13.05.2013 Views

“La Obra Maestra”

“La Obra Maestra”

“La Obra Maestra”

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

su sentido del humor era constante, nunca tuve la sensación de que intentara hacer reír a<br />

nadie. Creo que su sentido del humor era para él. Él era el destinatario de sus bromas y,<br />

si a alguien más le hacía gracia, no importaba. Creo que era una manera de darse placer,<br />

de hacer un mundo tan aburrido, a veces tan duro, un poco más agradable, y en cierta<br />

manera, le envidio y le admiro por ello. Aunque ahora no le envidio tanto porque está<br />

muerto, claro. Normalmente la gente intenta hacer gracia a los demás y creo que lo<br />

importante es hacerse gracia a uno mismo. Normalmente mi tía y yo nos mirábamos<br />

confusos mientras Alfredo reía incesante. Como cuando nos gastó aquella broma<br />

meando en la olla de la sopa y confesándolo entre risas, después de haber almorzado. La<br />

sopa no supo mucho peor de lo que solía saber.<br />

A veces creo que, si bien yo vivía o tenía la sensación de vivir dentro de una burbuja de<br />

vidrio grueso y disforme, donde el resto del mundo capta sólo una parte equívoca de mí<br />

y yo captaba sólo una parte equívoca del mundo, mí tío se encontraba en la misma<br />

situación, en una burbuja diferente.<br />

Creo que compartíamos el mismo sentimiento de soledad e incomprensión. Creo que se<br />

sentía sólo en el mundo y, dentro de su burbuja hacía y decía cosas para sí mismo, para<br />

disfrutar lo más posible de su vida y esos actos y palabras llegaban enrarecidos al<br />

mundo, fuera de su burbuja, haciéndolos incomprensibles para el resto de personas.<br />

Hablando de burbujas, no puedo dejar de contar un sueño revelador que tuve en aquella<br />

época.<br />

Era un sueño normal, me encontraba con Daniel en clase o en la calle, sin embargo,<br />

rarezas que tienen los sueños, en los que cambias de ubicación de un segundo a otro,<br />

aparecí en un entierro, ayudando a mi tío. Habíamos cavado ya un hoyo muy profundo,<br />

sin embargo mi tío no dejaba de cavar. No sabía a quién íbamos a enterrar, pero por el<br />

olor, el cuerpo debía llevar muerto varios días y me corroía la impaciencia por<br />

enterrarlo de una vez.<br />

Sin embargo, mi tío no paraba de excavar haciendo el hoyo más y más profundo.<br />

“Cosas así es mejor enterrarlas en el infierno”, me dijo.<br />

Él seguía cavando con su pala. Yo no podía ayudarle. El olor ocupaba mis manos,<br />

tapándome la cara con mi ropa. No podía respirar, sentía que mis pulmones peleaban<br />

por huir de mi cuerpo. El calor parecía aumentar a medida que ahondábamos en aquella<br />

tumba.<br />

“Por favor Alfredo, vámonos de aquí”.<br />

“Ya falta poco”.<br />

El olor empeoraba con cada segundo y yo me revolvía en el suelo, sintiendo en aquel<br />

cubículo exactamente lo que se siente en una cámara de gas.<br />

De repente, comprendí el empeño de mi tío. No intentaba enterrar un cadáver, ¡estaba<br />

desenterrándolo! Con cada golpe de pala, el olor incrementaba. El cadáver debía estar<br />

cerca. Un brazo apareció de entre la tierra, gris y nauseabundo. El miedo me aterraba<br />

pero el olor me impedía reaccionar. De repente el brazo me agarró de una pierna y<br />

empezó a tirar de ella. Me arrastraba y con mis pulmones en huelga, no alcanzaba el<br />

oxígeno necesario para luchar por mi vida.<br />

“Te vienes conmigo”, dijo el cadáver y, extrañamente, sentí con toda claridad que era<br />

Nines quien hablaba.<br />

12

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!