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“La Obra Maestra”

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perfectamente en su cuerpo. Alguna vez le preparé una sopa de pilas usadas. Ya sé que<br />

no iba a conseguir que la vieja enfermara, puesto que las enfermedades tenían lista de<br />

espera para entrar en ese cuerpo. Pero el contenedor de pilas usadas quedaba lejos de<br />

casa.<br />

Bueno, como decía, un día ocurrió algo muy raro. Llegué de trabajar y al entrar en el<br />

salón, me miró y dijo, “Nines, ven”.<br />

¿Cómo era posible? Me miraba y me llamaba con su propio nombre. El día siguiente la<br />

cosa fue a peor. Empezó a gritarme, “Nines, Nines”, y al cabo de unos minutos se tornó<br />

a, “Nines, vas a morir”.<br />

Parecía que la momia no vivía recuerdos suyos, si no de otra persona, y se veía a sí<br />

misma reflejada en mi persona.<br />

En circunstancias críticas, y puede confirmarlo cualquier persona que sepa de la<br />

enfermedad, lo más efectivo en estos casos para volver a la calma, es un golpe seco en<br />

la nuca. Con una vara de hierro o similar si se posee. Sin embargo en este caso, antes de<br />

aplicar el correctivo, me quedé escuchando, paralizado, aterrado. No podía entender<br />

algo así.<br />

Casualmente en ese momento llegó una llamada de la agencia que llevaba los asistentes<br />

sociales, diciéndome que mi asistente, la persona que se encargaba de Nines, estaba de<br />

baja por cáncer de estómago. Pronto moriría y su recompensa por dedicar su vida a<br />

ayudar a otras personas llegaría: una agónica muerte.<br />

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