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“La Obra Maestra”

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Observé su mano. Se prolongaba indefinidamente hasta un trozo de metal. Una visión<br />

más amplia te permitía contemplar una ventana, unos asientos… Efectivamente, era el<br />

tren.<br />

“¿Qué le pasa a este tren?”, pregunté.<br />

“¿No lo ha inventado nadie?”<br />

Pensé en el diseño del tren. Tenía ruedas, formas regulares y simétricas. Parecía claro,<br />

alguien habían inventado aquel tren, sin embargo, una zona puntual de mi cerebro se<br />

empeñaba en creer que el objetivo de la conversación se estaba desviando.<br />

“Creo que fue Edison”, dije rápidamente para impresionar al joven, pero con voz baja e<br />

insegura, avergonzado por haberme inventado un nombre tan estúpido.<br />

El chaval me miraba atento, como juzgándome. ¿Por qué me miraba tan intensamente?<br />

Miré a los lados, nervioso, y comprobé que la cremallera de mi pantalón estaba subida.<br />

“En cualquier caso”, continué, “no podemos controlar el destino. Podemos luchar por ir<br />

hacia un destino u otro, pero no está en nuestras manos. Las vías no se mueven. El<br />

destino no depende de nosotros”.<br />

“¿Dónde quieres llegar?”, dijo, “¿Te has equivocado de tren? Tengo un plano de los<br />

trenes de la zona. Si quieres puedes bajarte en la siguiente estación y coger otro.”<br />

“¿Hablamos del tren de la vida?”, le pregunté.<br />

Pasaron diez segundos en silencio. Y me dijo muy serio, “Te voy a plantear un<br />

problema que pondrá a prueba tus sentidos y tu concentración hasta límites que<br />

posiblemente no hayas llegado antes”, hizo una pausa y continuó, “¿Vamos montados<br />

en un tren?”<br />

No nos estábamos entendiendo. Me recosté sobre mi asiento con resignación y miré a<br />

ambos lados con disimulo, para no errar en la respuesta. “Claro”, dije tras un resoplido.<br />

“Enhorabuena”, contestó, “Has acertado”.<br />

Supongo que el conocimiento, la esencia de una vida, no se puede pasar de una<br />

generación a otra. Esto es lo que he aprendido. Los conocimientos de la vida, aquellos<br />

que te ayudan a comprender el mundo, aquellos que tienen que ver con la filosofía y la<br />

metafísica, no se pueden enseñar. Se tienen que vivir. Cada uno tiene que aprender de su<br />

vida, porque nadie aprende de la vida de otro y la razón es muy simple: Es muy difícil<br />

hablar de estas cosas.<br />

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