13.05.2013 Views

“La Obra Maestra”

“La Obra Maestra”

“La Obra Maestra”

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

sangre durante varios minutos. Suficientes, según el médico, para causar daños<br />

irreparables en mi cerebro.<br />

“Siempre está usted con lo mismo, doctor”, le dije, “Usted cure y calle”.<br />

La muerte se había presentado por primera vez e su manera auditiva. Ya la había<br />

experimentado en su forma olfativa antes, e incluso táctil, si tengo en cuenta aquella vez<br />

que Carmela se tumbó encima de mi, y sus afilados y ásperos pezones rajaron mi pecho<br />

dejándolo en carne viva. Perdí un litro de sangre. Capítulo de mi vida que he intentado<br />

omitir en este relato.<br />

Por resumir diré que a veces, por intentar que el Mocho se fuera de mi casa, me ponía a<br />

hacer un crucigrama. Era una manera de decirle que se fuera, porque la otra actividad<br />

igual de solitaria, la masturbación, estaba fuera de lugar.<br />

La cuestión es que habían pasado los años, pero sí me acordaba del último día que había<br />

hecho un crucigrama.<br />

“Sí”, contesté con cierto orgullo e incertidumbre al padre de Irene.<br />

“¿Te molesté?”, preguntó el hombre.<br />

Este hombre era un cretino sin alma. Me quedé en blanco, repitiendo y analizando la<br />

conversación que estábamos teniendo. ¿Me había perdido algo? Sin embargo, poco<br />

después, se giró hacia mí y, mirando fijamente a mis ojos, añadió:<br />

“¿Sabes hijo?, tengo una escopeta de caza. Deberías irte antes de que aparezca mi<br />

mujer”.<br />

No sé cómo Irene había logrado que terminara así la mañana, pero desde luego era la<br />

broma definitiva. Irene había ganado. Minutos después, la madre de Irene estaba<br />

sufriendo un infarto o un ataque de pánico, lo que fue una suerte, puesto que hizo que<br />

empeorara bastante su puntería con la escopeta de su marido.<br />

Y mientras me alejaba de esa casa corriendo y oyendo todo tipo de amenazas y secretos<br />

sobre mi madre que no había sabido hasta ese momento, me giré y miré a Irene para<br />

decirle “Hasta siempre” con los ojos, y vi que en un anillo en su dedo anular llevaba un<br />

pequeño ruiseñor azul, recuerdo de aquel fatídico día en que nos separamos y es que, el<br />

ser humano a veces es así. Preferimos no olvidar los malos momentos. Los guardamos<br />

ahí en los sesos aunque eso nos haga sentir melancólicos, porque sentirnos tristes nos<br />

hace sentirnos únicos y seguramente ella, igual que añora sus dientes frontales, añora<br />

los buenos tiempos que pasamos juntos, y siente presión en el pecho y pierde el apetito<br />

al pensar en mí, igual que yo lo pierdo al pensar en ella o al pensar en Carmela, aunque<br />

en mi caso, intento no pensar en Carmela a la hora de comer. Así de complicado es el<br />

cerebro humano. ¿De qué nos ha servido evolucionar? Darwin nos la estaba jugando.<br />

Allá donde estuviera escondido haciendo pruebas con humanos, torturándoles hasta<br />

límites jamás alcanzados, Darwin elaboraba una segunda teoría mucho más siniestra y<br />

caótica que la anterior. Te maldigo, Darwin.<br />

58

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!