Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
hacía sus complicadas funciones de fumigación de todos aquello gases perniciosos que<br />
se habían introducido en mi cuerpo mientras dormía.<br />
Sentí un gigantesco dejavu. Aquella misma casa. Aquel mismo baño. Alguien dentro de<br />
mí dijo, “Este olor es un grito de socorro. Huye”. Sin embrago, ver el paso del tiempo a<br />
través de aquel espejo, despertó en mí una reflexión profunda acerca del cambio, acerca<br />
de Irene, de formar una familia y de cambiar de vida.<br />
Así que me di una ducha y lavé incluso partes de las que dicen que el agua no debe<br />
tocar. Me puse de nuevo mi ropa que olía repugnante. La ropa coge olor asqueroso en<br />
los bares si la gente fuma tabaco, pero aún mucho peor sería si fumaran heces fecales.<br />
La cuestión es que era mi ocasión de arreglar las cosas con esa familia. Bajé a la cocina<br />
y preparé el desayuno más delicioso y cargado de amor que jamás se ha preparado.<br />
Tostadas, café, zumo, huevos cocidos, entrañas y fruta pelada, troceada en cómicas<br />
figuras, que crearían el ambiente simpático y perfecto para olvidar viejas rencillas y<br />
empezar de cero.<br />
Me sentía excitado haciendo ese desayuno. Creo que mi alma se masturbó. Quién sabe,<br />
puede que fuera mi cuerpo.<br />
Las neuronas más curiosas se asomaban a los ojos a ver qué estaba haciendo. “Sigue<br />
borracho”, decían algunas.<br />
Sin previo aviso apareció el padre de Irene, quien no pareció sorprendido al verme, y<br />
cuando le invité a sentarse dijo, “Yo ya desayuné a la hora de desayunar”.<br />
No obstante se sentó junto a la mesa, y abrió el periódico que traía. Fue extraña su<br />
indiferencia hacia mí.<br />
“¿Algo para picar? ¿Un huevo duro, quizás?”.<br />
El hombre estaba mirando fijamente su periódico por la página de los pasatiempos y,<br />
mientras resolvía mentalmente un crucigrama, contestó sin levantar la vista:<br />
“Soy alérgico al huevo”.<br />
“Entonces nunca chupes una polla”, le dije sonriendo y pegándole suavemente con el<br />
codo. Una nota de humor que aquel recio hombre no pareció comprender.<br />
“Hay que estar muy concentrado para darse cuenta”, dijo, “pero estoy ocupado”.<br />
El ambiente se estaba poniendo frío. Tenía que cambiar de conversación. Ganarme su<br />
confianza. Me senté a su lado y, con voz de anuncio de colonia, le dije, “A propósito,<br />
creo que tu hija y yo vamos a empezar de nuevo una relación”.<br />
Él tosió, como atragantado por su saliva.<br />
“¿Lo sabe ella?”, preguntó.<br />
Me quedé un poco cortado y sin saber qué decir. Pero no hizo falta. El padre de Irene<br />
hizo los honores:<br />
“Escucha hijo, no creo que eso sea un propósito, es más bien un despropósito. Por otra<br />
parte, ¿recuerdas la última vez que hiciste un crucigrama?”.<br />
¿La última vez que hice un crucigrama? La búsqueda de recuerdos comenzó.<br />
¿Cuándo hice mi último crucigrama? Creo que lo recuerdo. Creo que fue un domingo de<br />
aburrimiento, hacía dos o tres años ya. De aquellos domingos en que dejaba pasar las<br />
55