2001 - Facultad de Ciencias - Universidad Autónoma de San Luis ...

El Hijo de El Cronopio Nos. 137-138
El británico Tim Hunt, nacido el 19 de febrero de 1943, trabaja también en el Imperial
Cancer Research Fund de Londres. Fue recompensado por el descubrimiento de las
ciclinas, las proteínas que regulan la acción de las CDK. Hunt descubrió la degradación
de las ciclinas en el momento de la división celular, un mecanismo que es esencial para
la regulación del ciclo celular.
Los tres laureados, que compartirán la suma de diez millones de coronas suecas (unos
900.000 dólares), recibirán el premio el próximo 10 de diciembre en Estocolmo.
Noticias de la Ciencia y la Tecnología
Músculos adaptados
La evolución ha perfilado de forma tan precisa ciertos músculos en un pez, especializándolos en las
necesidades del apareamiento, que ahora son físicamente incapaces de realizar otras funciones, ni siquiera
las de locomoción.
Esto es lo que han descubierto biólogos de la University of Pennsylvania mientras investigaban una especie
de pez sapo llamada Opsanus tau (ver imagen).
En este animal, podemos distinguir dos tipos de músculo basándonos en la velocidad con la que se
contraen. Por un lado tenemos el músculo super-rápido que se emplea durante la llamada de apareamiento,
y por otro el músculo más lento que se encarga de las actividades de natación y otros movimientos. A
diferencia de los músculos que encontramos en otras especies, estos dos tipos no son intercambiables:
gramo por gramo, el veloz pero débil músculo super-rápido sólo puede generar de un 5 a un 15 por ciento
de la energía del resto de los músculos del pez.
Según Lawrence C. Rome, estamos ante un magnífico ejemplo de las compensaciones del diseño
biológico. Ningún sistema biológico lo puede hacer todo, de manera que cuando afinamos uno para que
efectúe una función, reduciremos necesariamente su habilidad para realizar otras. Lo que es sorprendente
en este caso es que las modificaciones moleculares han ido tan lejos para lograr incrementar la velocidad
que el músculo se ha vuelto completamente incapaz de efectuar otras funciones como la locomoción.
El Opsanus tau posee unos músculos super-rápidos que están considerados como los más veloces entre los
vertebrados. Se contraen y relajan unas 200 veces por segundo, cinco veces más rápido que el aleteo del
colibrí y 50 veces más que las piernas de un velocista.
Pero aparte de su rapidez, este músculo apenas puede realizar fuerza física alguna. Para conseguirlo,
debería tener un volumen equivalente a tres veces el del propio pez.
En un lejano pasado, una zona muscular de Opsanus tau se especializó y evolucionó siguiendo una vía
mutuamente excluyente respecto a los demás músculos utilizados para la locomoción. En el Hombre no
tenemos nada parecido, excepto quizás los músculos que controlan el parpadeo del ojo, que también son
capaces de actuar a gran velocidad para responder a un estímulo urgente que obliga a una reacción de
protección. Estos músculos tampoco ejercen prácticamente fuerza.
El pez sapo vive en estuarios poco profundos donde la visibilidad es pobre pero el sonido se transmite muy
bien. Los machos emiten una llamada de apareamiento que atrae a las hembras.
Información adicional e imagen en: http://www.upenn.edu/pennnews/releases/2001/Q4/rome1001.html
La Galileo sobre el volcán
La sonda Galileo no fue capaz de detectar el penacho de un volcán descubierto hace meses sobre la
superficie de Io pero, accidentalmente, pasó a través de otro desconocido, el más alto visto hasta ahora. Sus
instrumentos pudieron captar información sobre las partículas de las que está compuesto.
Cuando la Galileo sobrevoló Io en agosto, uno de los objetivos principales era, en efecto, pasar sobre un
volcán que siete meses atrás había sido visto lanzando gases al espacio. Los científicos esperaban que la
nave pudiese atravesar el penacho, si éste aún existía, y enviarnos datos sobre sus características.
Pero cuando se produjo el sobrevuelo, nada se captó sobre dicho volcán, lo que sugería que éste había
cesado en su actividad o su penacho no era ahora lo bastante alto. Sorprendentemente, sin embargo, la
Galileo acabó atravesando otro penacho, emitido por un volcán que ni siquiera sabíamos que existía.
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