Margarita de Valois.pdf

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gar de dejarle así acostado en el suelo, deberíamos
levantarle y tenderlesobre ese canapé,
contra el cual solo esta apoyado.
—Si, sí, dijo Margarita, tienes razón.
Y las dos jóvenes se inclinaron, y reuniendo
sus fuerzas lograron levantar á la Mole, y le.
colocaron sobre una especie de gran sofá esculpido
que se estendia delante de la ventana que
entreabrieron para darle aire.
El movimiento hizo volver en sí á la Mole;
ecsalóun suspiro, y entreabriéndolos ojos, empezó
ó esperimentar ese increíble bienestar, que
acompaña todas las sensaciones de un herido,
cuando al volver á la vida, encuentra la frescura
en lugar de las llamas devorantes, y los
perfumes del bálsamo, en lugar del tibio y
nauseabundo olor de la sangre.
Murmuró algunas palabras inconfesas, y
Margarita respondió á ellas con una dulecsonrisa
y poniendo un dedo sobre sus labios.
Resonó entonces en la habitación el ruido de
varios golpes dados á una puerta.
=Llarnan á la puerta secreta, dijo Margarita.
—¿Quién puede venir, señora? preguntó
Gillona asustada.
—Voy á ver, dijo Margarita: quédale tú
con él y no le dejes solo un instante.
—Margarita volvió á entrar en su habitación,
y cerrándola puerta del gabinete, fué á abrir la
que daba á la cámara del rey y á la de la
reina madre.