Margarita de Valois.pdf

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—Al golpe de una piedra que le arrojó una
muger anciana; entonces, como Ciro, recobré
la voz....grité ¡ayuda! ¡socorro! llegaron nuestras
guardias, le cogieron, ¡c levantaron, y
al fin le han transportado á la habitación que
tú me pides para tu protegido.
—Ay! Enriqueta, dijo Margarita, comprendo
demasiado bien esa historia, porque es casi
la mia.
—Con la diferencia, reina mia, de que como
sirvo a mi rey y á mi religión, no tengo
necesidad de despedir á Mr. Annibal de
Coconnas.
—So llama Annibal de Coconnas? replicó
Margarita riendo ó carcajadas.
—Es un nombi'e terrible, no es verdad?
dijo Enriqueta, pues bien, el que le lleva es
digno de él, ¡qué campeón, Mordí! y cuanta
sangre ha hecho correr. Jleina mia, ponte la
máscara, que ya estamos en el palacio.
—Para qué me he de poner la máscara?
—Porque quiero enseñarle mi héroe.
—Es bello?
—Me ha parecido magnífico durante sus batallas.
Es verdad que era de noche y á luz de
las llamas. Esta mañana á la luz del dia, confieso
que me pareció que habia perdido un poco.
No obstante, creo (pie te gustará.
—¿Luego mi protegido no es admitido en el
palacio de Guisa? lo sionlo en el alma, [jorque
aquí es el último sitio donde vendrían á buscar
un hugonote.