Margarita de Valois.pdf

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ta, coja y con el teebo salpicado de moho
eomo la piel de un leproso, habia crecido como
un hongo al pié de esta torre.
Esta casa era la del verdugo.
Un hombre que estaba espuesto en la picota
sacaba la lengua frente á los que pasaban;
era uno de los ladrones que ejercían su
oficio en rededor del cadalso de Mont-faucen,
y que por casualidad habia sido interrumpido
en el ejercicio de sus funciones .
Coconnas creyó que su amigo le llevaba á
ver este curioso espectáculo, y se mezcló entre
el tropel del pueblo que respondía á los
gestos del paciente con vociferaciones y gritos.
Coconnas era cruel por naturaleza, y este
espectáculo le divertía mucho; solo hubiera
deseado que en vez de grito>, respondiesen
con piedras al insolente (pie tenía el atrevimiento
de sacar la lengua á los noble* señores
que le hacían el honor de visitarle.
De modo que cuando la linterna movible
giró sobre su base para hacer gozar á otra
parte de la concurrencia de la vista del paciente,
el pueblo siguió el movimiento de la
linterna. Coconnas quiso seguir al pueblo, pero
la Mole le detuvo diciéndole en voz baja.
—No hemos venido aquí para esto.
—¿Y entonces para qué hemos venido? preguntó
Coconnas.
—Vas á verlo, le dijo la Mole.
Los dos amigos se tuteaban desde el día