Margarita de Valois.pdf

a todos los planos de Coconnas; solo después
del tormento le conducirían á la capilla,
y de resullas d"l tm mentó soban morir
muchos, con tanto mas motivo cuanto
mas animoso y fuerte era el que !o sufría.
Entonces >e consideraba como una cobardía
el declarar; no declarando, continuaba la tortura,
y no solo continuaba sino que duplicaba
su i ig r.
El juez se dispensó de contestar á Cocorinas,
pues el final de la sentencia respondía
por 61; así es que continuó.
«Гага obligarle á declarar sus cómplices,
y los detalles de sus tramas y maquinaciones.»
— Voto á...! gritó Coconnas; eso es loque
se llama una infamia; eso es lo que se llama
mue.'io mas que una infamia, una cobardía.
Acostumbrado á la cólera de las víctimas,
cólera que calma el doler cambiando'a en lágrimas,
*l impasible juez no hizo mas que
un ademan.
Cogiendo á Coconnas por los pies y por
los hombros, le sujetaron, llevaron, tendieron
y ataron en el lecho del tormento, antes
de que tuviera tiempo para mirar siquiera
a los que así le violentaban.
— Miserables! nhullaba Cocorinas, sacudiendo
en un parasismo de furor ei locho y los
caballetes de un modo capaz de hacer rctroecd­M­
á los mismos que habían de apli­
Томо IV. 4