Margarita de Valois.pdf

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cunó una rodilla y acercó un ojo á la abertura
de la llave que no estaba entonces en la cerradura.
—Justamente está á la mesa, y con el rostro
vuelto hacia este lado: mira.
La reina Margarita ocupó entonces el sitio
de su amiga, y acercó á su vez el ojo al agujero
de la cerradura. Como había dicho la duquesa,
Coconnas estaba sentado á una mesa
admirablemente servida, y á la que hacia muy
bien los honores á pesar de sus heridas.
—Oh Dios miol esclamó Margarita retrocediendo.
—Qué hay pues? preguntó la duquesa admirada.
—Imposible! No! sí! oh! por mi alma! es el
mismo.
=Quién es el mismo?
—Chut! dijo Margarita levantándose y tomando
la mano de la duquesa. Es el que quería
matar á mi hugonote, el que le persiguió
hasta en mi cámara, el que le ha herido hasta
en mis brazos! Oh! Enriquetal qué dicha q«e
no me haya reconocido!
—Y bien, pues que le has visto en la pelea,
¿no es verdad que es hermoso?
—No sé, dijo Margarita, porque yo no miraba
mas que al que él perseguía.
—Y' el que él perseguía se llama!....
—No pronunciarás su nombro delante de él?
—No; te lo prometo.
—Lerac de la Mole.