Margarita de Valois.pdf

— A.i —
—De ninguna manera. Yo le haré traer aqui
esta noche, y el uno dormirá en el cstremo izquierdo
de la habitación, y el otro en el estremo
derecho.
—Pero si so reconocen el uno por protestante
y si otro por católico van á devorarse.
—Oh/ no hay peligro, Mr. de Coconnas ha
recibido una eslocada en el rostro, que casi no
le deja ver claro; tu hugonote ha recibido una
en el pecho, que casi no le permite moverse;
luego, tú le recomendarás que guarde silencio
tocanteá la religión y todo irá bien.
—.Vamos, sea.
—Uniremos; ya es asunto concluido.
—Gracias; dijo Margarita estrechando la mano
de su amiga.
—-Aquí, señora, volvéis á ser magostad, dijo
la duquesa de Nevers; permitidme, pues, que
os haga los honores en el palacio de Guisa, tal
como deben hacerse á la reina de Navarra.
Y la duquesa bajándose de la litera, puso casi
una rodilla en tierra para ayudar á Margarita
á bajar á su vez; luego indicándole con la
mano la puerta del palacio que estaba guardada
por dos centinelas con arcabuces, siguió andando
algunos pasos mas atrás á la reina que
entró magestuosamenlo precediendo'» la duquesa,
la que guardó su humilde aptitud en
tanto que pudo ser vista.
Apenas llegaron á la habitación de la duquesa,
esta cerró la puerta, y llamando á
su camarero, siciliana ;ie las mas despejadas: