Margarita de Valois.pdf

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eual si á ella misma la aterrorizara !e que
iba á decir) ó acaso... nuestra madre?
Carlos calló.
Miróle Margarita, leyó en sus ojos cuanto
deseaba saber, y continuando de rodillas cayó
de espaldas sobre un sillón.
—¡Olí Dios mió, Dios mió! murmuró, ¡es
imposible!
—¡Imposible! dijo Carlos con resonante risa;
lástima que no esté aquí Rene para contarle
mi historia.
—¿Rene?
—Sí. Te referiría, por ejemplo, que una
muger á quien nada se atreve él á rehusar fué
á pedirle un libro de caza perdido en su biblioteca,
que en cada hoja de este libro se decramó
un veneno sutil; (pie el veneno, destinado
á una persona, 1,0 sé á quien, obró por un
capricho de la casualidad ó por un castigo del
ciclo, sobre otra persona, que no era aquella
á quien estaba destinado. Pero si quieres, ya
que no á Rene, ver el libro, ahí le tienes, en
mi gabinete, y escrito del propio puño del florentino:
verás allí que ese libro que contiene
todavía en sus ho:as la muerte de veinte personas,
fué donado por él á su compatriota.
—¡Silencio! Carlos, ¡cállate tú ahoral dije
Marga rita.
—Ya ves que es preciso que crean que
muero por magia.
—¡Olí! ¡pero es cosa inicua, horrenda! ¡perdón,
perdón! bien sabéis que es inocente.
—Si que lo sé, pero debeaporecer culpable.