Margarita de Valois.pdf

— 70 —
! mas vale hoy que mañana; además, mañana
acaso soiio tordo. Pero í\ nuestro explicación
debe asislir otra persona
—¿Por qué?
—Porque os repito que la muerto esto en
camino, reposo Carlos con espantosa solemnidad;
porque de un momento á otro puede
entrar en esta ahaiha, pálida v muda como vos,
y sin anunciarse, llora es. pues, ya (pío esta
noche he puesto en orden mis asuntos, de que
le ponga esta mañana en los del reino.
—¿Y quién es osa otra persona á quien deseáis
ver? preguntó Catalina.
—Mi hermano, señor;'.; que le llamen.
—Señor, dijo la reina, advierto con plaecr
que esas acusaciones, dictadas por el odio nn~
tes que arrancadas por el dolor, so borran
poco á poco do vuestra mente y no tardarán
en borrarse de vuestro corazón. Nodriza, gritó
Catalina; nodriza.
La buena muger, que estaba en la parle de
afuera, abrió la puerta.
—Nodriza, prosiguió Catalina, cuando venga
Mr. de Nancv, decidle de orden de mi hijo que
vava á buscar al duque de Alcnzon.
Carlos hizo una seña que detuvo á la anciana
á tiempo de ir á obedecer esta orden.
—li£ dicho á mi hermano, señora, repuso el
rey.
Dilatáronse los ojos de Catalina como los de
hembra del tigre cuando vá á encolerizarse,
la ro Carlos alzó imperiosamente la mano.