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114 LOS CAR1SMATICOS: Una perspectiva doctrinal<br />
limitarse principalmente a los tres periodos de milagros bíblicos, con<br />
muy raros despliegues sobrenaturales entre ellos. El resto del tiempo<br />
Dios obra a través de la providencia.<br />
Al menos tres características de los milagros en la Escritura nos<br />
ayudan a entender por qué Dios ha obrado de la manera que lo ha<br />
hecho.<br />
Los milagros introducían nueras eras de revelación. Los tres<br />
períodos de milagros fueron tiempos cuando Dios dio su revelación<br />
escrita, la Escritura, en cantidades substanciales. Los que hacían los<br />
milagros eran esencialmente los mismos que anunciaban una era de<br />
revelación. Moisés escribió los primeros cinco libros de la Escritura.<br />
Elias y Elíseo introdujeron la era profética. Los apóstoles escribieron<br />
casi todo el Nuevo Testamento. Hasta los prodigios sobrenaturales<br />
que sucedieron en otros tiempos estaban asociados con hombres que<br />
fueron usados por Dios para escribir la Escritura. La sanidad de<br />
Ezequías incluyó a Isaías, y los tres hombres en el horno eran compañeros<br />
del profeta Daniel.<br />
Moisés realizó muchos milagros en un intento por convencer a<br />
faraón para dejar ir al pueblo. Los milagros parecían acompañar a los<br />
israelitas en su viaje fuera de Egipto y a través del desierto. Entonces,<br />
cuando la Palabra escrita de Dios vino inicialmente a Moisés, durante<br />
la dación de los mandamientos en el monte Sinai, el encuentro de<br />
Moisés con Dios fue acompañado de señales tan dramáticas; fuego,<br />
humo, una trompeta, una voz de trueno, que hasta Moisés mismo<br />
estaba temeroso (Heb. 12:18-21).<br />
Así empezó el primer gran período de revelación. Moisés<br />
escribió todo el Pentateuco y Josué, el sucesor de Moisés, nos dejó el<br />
libro que lleva su nombre. Otros libros fueron añadidos<br />
intermitentemente después del tiempo de Moisés y Josué. Por<br />
ejemplo, Samuel probablemente escribió Jueces y 1 y 2 Samuel.<br />
David escribió la mayoría de los Salmos y Salomón escribió la mayoría<br />
de la literatura de sabiduría. Pero esos libros no fueron acompañados<br />
por el gran derramamiento de milagros que había distinguido los días<br />
de Moisés y Josué,<br />
El segundo grupo mayor de eventos milagrosos acompañó una<br />
nueva era de revelación bíblica, la era de los profetas del Antiguo<br />
Testamento. Después del reinado de Salomón, la nación de Israel se<br />
dividió en el reino de! norte (Israel) y el reino del sur (Judá). El reino<br />
del norte rápidamente se deterioró por causa de la idolatría, llegando<br />
a un bajo punto durante el reinado del rey Acab. En ese tiempo Dios<br />
levantó a Elias y a Eiiseo. Durante sus vidas el oficio profético fue<br />
establecido por muchos milagros dramáticos. Los profetas siguientes<br />
escribieron todos los libros, de Isaías a Malaquías.<br />
;Hace Dios milagros hoy'r 115<br />
Como hemos visto, un período de cerca de cuatrocientos anos de<br />
silencio revelatorio ocurrió justo antes del tiempo de Cristo. Durante<br />
los días finales de ia era del Antiguo Testamento, nadie profetizó ni se<br />
registraron milagros<br />
Luego llegó ei principio de la era del Nuevo Testamento y e!<br />
tercer periodo de milagros. Durante este tiempo, de los años 33 a 96<br />
d de J.C., Dios dio todo el Nuevo Testamento. *<br />
Los milagros ualidaban a los mensajeros de la revelación.<br />
Todos los milagros servían a un importante propósito. No eran<br />
simplemente exhibicionismo divino; probaban y validaban el reclamo<br />
de los profetas de que ellos hablaban por Dios. Por ejemplo, los<br />
milagros de Moisés confirmaron primero a Faraón y luego a los<br />
israelitas, que Moisés hablaba por Dios. La evidencia milagrosa<br />
subrayaba así la gravedad de la ley escrita. Los milagros eran<br />
afirmación a todos de que Dios estaba hablando.<br />
Moisés y Josué, Elias y Elíseo, y Cristo y los apóstoles, todos<br />
tenían la habilidad de hacer frecuentes señales y prodigios. Estos<br />
tenían el propósito de convencer al pueblo de que Dios estaba con<br />
esos hombres y de que estaba hablando a través de ellos.<br />
En 1 Reyes 17, Elias acababa de resucitar al hijo de la viuda. El<br />
bajó al muchacho del aposento alto, se lo entregó a su madre, y dijo:<br />
"¡Mira, tu hijo está vivo!" (17:23). ¿Cuál fue la respuesta de la viuda?<br />
"¡Ahora reconozco que tú eres un hombre de Dios y que la palabra de<br />
Jehovah es verdad en tu boca!" (17:24).<br />
En Juan 10, Jesús estaba teniendo una confrontación con los<br />
líderes religiosos judíos, que io desafiaban: "—¿Hasta cuándo nos<br />
tendrás en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínosio abiertamente."<br />
Jesús contestó: "—Os lo he dicho, y no creéis. Las obras que yo hago<br />
en nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí" (10:24, 25).<br />
Claramente los milagros de Jesús servían para un propósito: lo<br />
validaban a él y a su mensaje.<br />
En su sermón de Pentecostés, Pedro dijo a la multitud que Jesús<br />
era un hombre acreditado por Dios con milagros, prodigios y señales,<br />
que Dios realizaba por medio de él entre ellos (Hech. 2:22). La<br />
misma clase de poder pertenecía a los apóstoles. En el primer viaje<br />
misionero de Pablo, él y Bernabé ministraron en Iconio. "Hablando<br />
con valentía, confiados en el Señor, quien daba testimonio a la palabra<br />
de su gracia concediendo se hiciesen señales y prodigios por medio de<br />
las manos de ellos" (Hech. 14:3).<br />
' No todo creyente tiene poder para hacer milagros. Victor<br />
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