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continuación de la antigua Revista de Escuelas Normales _ Nŭmero ...

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MANUEL B. COSSIO: EVOCACION DE UN MAESTRO EJEMPLAR 151<br />

"Sentía el paisaje y sentía el arte como nadie, y como él no guardaba nada para sí, los hizo<br />

sentir y educc5 en su amor a varias generaciones, que no nos cansaremos <strong>de</strong> ben<strong>de</strong>cirle por los<br />

horizontes que abrió a nuestros espíritus y los goces que con sus enseñanzas nos proporcion ŭ <strong>de</strong><br />

momento y para toda nuestra vida.<br />

Resultaba una conjunción tan feliz y tan extraordinaria <strong>de</strong> su espíritu educador y su amor al<br />

arte, que sus lecciones <strong>de</strong> Historia han sido una obra tal, que, si se conservaran como cosa<br />

tangible y visible, maravil<strong>la</strong>rían a <strong>la</strong>s gentes". (Uña, 1935, 195).<br />

Tenía, a<strong>de</strong>más, una gran facilidad para hacer gran<strong>de</strong>s sintesis, para animar <strong>la</strong>s obras<br />

artísticas, para darles el valor representativo que les correspon<strong>de</strong>.<br />

"Sentía <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as y <strong>la</strong>s convertía en emociones y con una pa<strong>la</strong>bra ardiente, fogosa,<br />

incorrecta a fuerza <strong>de</strong> sentida, quizá algo barroca a fuerza <strong>de</strong> exagerada para ser más convincente y<br />

<strong>de</strong>spertar y sacudir el alma <strong>de</strong> los chicos, para abrir<strong>la</strong> a <strong>la</strong> emoción estética, iba quitando vendas <strong>de</strong><br />

nuestro cerebro y llegaba a iluminarlo. Al acabar esas c<strong>la</strong>ses, éramos felices, vibrábamos <strong>de</strong><br />

emoción. Nos sentíamos más inteligentes, hasta nos teníamos por más nobles y mejores". (Uña,<br />

1935, 196).<br />

Cossío poseía unas dotes extraordinarias <strong>de</strong> rector espiritual, <strong>de</strong> maestro en cualquier<br />

momento en que se encontrase, bien fuese en <strong>la</strong> cátedra, en <strong>la</strong> conversación familiar, en <strong>la</strong>s<br />

char<strong>la</strong>s con amigos y alumnos.<br />

"Ninguna ciencia parecía árida a través <strong>de</strong>l encanto <strong>de</strong> su pa<strong>la</strong>bra, ning ŭn yerro o<br />

superstición resistía a <strong>la</strong> intensidad esc<strong>la</strong>recedora <strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>as. eiMétodos, sistemas,<br />

procedimientos pedagógicos Todos eran buenos cuando D. Manuel los empleaba. Y muchas<br />

veces, cuando, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> inteligencias juveniles marchaba por los vericuetos <strong>de</strong> <strong>la</strong> vecina Sierra<br />

(que él, con Giner, supo <strong>de</strong>scubrir a <strong>la</strong>s nuevas generaciones como espectáculo estético y <strong>de</strong>pósito<br />

<strong>de</strong> salud) y apuntaba una observaci ŭn sagaz o una teoría difícil simplificada en sus <strong>la</strong>bios, <strong>de</strong>jaba<br />

expuesta, sin darle importancia, una lecci ŭn magistral. Tal era el maestro. Tales sus<br />

extraordinarias condiciones <strong>de</strong> rector espiritual". (Bile, 1935, 213).<br />

Porque Cossío sugería, inquietaba siempre, porque inspiraba, orientaba, y, como<br />

escribe Lorenzo Luzuriaga (1935, 40), "<strong>de</strong> cada actitud suya, hace Cossío una obra <strong>de</strong> arte".<br />

Sus c<strong>la</strong>ses no eran el monálogo dogmático y gris <strong>de</strong>l catedrático ordinario, sigue diciendo<br />

Luzuriaga,<br />

"sino algo vivo, exaltado en que el alumno se siente unido en intima comunidad con el<br />

maestro; en que <strong>la</strong> dialéctica vibrante <strong>de</strong> éste suscita inn ŭmeras i<strong>de</strong>as y representaciones; en que el<br />

calor y el entusiasmo arrastran el espíritu <strong>de</strong> los oyentes. Y todo ello, con máxima sencillez, sin<br />

pretensiones retóricas, con pa<strong>la</strong>bra espontánea y fluida: quien no haya oído hab<strong>la</strong>r al señor<br />

Cossío en una c<strong>la</strong>se o ante un cuadro o un monumento artístico, difícilmente podrá representarse<br />

<strong>la</strong> vitalidad <strong>de</strong> su gesto y <strong>de</strong> su pa<strong>la</strong>bra, <strong>la</strong> emoción contenida e intensa que ésta produce en el<br />

auditorio".<br />

Enrique Lafuente Ferrari (1985) escribe sobre Cossío lo siguiente:<br />

los que no han escuchado a Cossío no pue<strong>de</strong>n tener i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> fiesta <strong>de</strong>l espíritu. Su<br />

capacidad <strong>de</strong> síntesis, unida a <strong>la</strong> luci<strong>de</strong>z <strong>de</strong> los análisis, el calor encendido, vibrante <strong>de</strong> su pa<strong>la</strong>bra<br />

y su facultad <strong>de</strong> transmisi6n, a <strong>la</strong> vez <strong>de</strong> c<strong>la</strong>ridad y entusiasmo, eran algo ŭnico y estimu<strong>la</strong>nte...<br />

Jamás he oído unas c<strong>la</strong>ses como aquél<strong>la</strong>s. Y ello era como un regalo privado que Don Manuel<br />

hacía a sus alumnos oficiales <strong>de</strong> Pedagogía".<br />

Sigue diciendo el historiador que

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