27.01.2015 Views

1hqf13s

1hqf13s

1hqf13s

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Talbot, Edgar<br />

Waing, Lull<br />

Williams, Ralph<br />

Windmuller, Louise<br />

¡Un poema, un poema, en verdad! Qué extraño y dulce fue descubrir ese «Haze, Dolores» (¡ella!) en<br />

su especial glorieta de nombres, con su guardia de rosas, una princesa encantada entre sus dos damas de<br />

honor. Trato de analizar el estremecimiento de deleite que corre por mi espinazo al leer ése nombre entre<br />

los demás. ¿Qué es lo que me excita casi hasta las lágrimas (ardientes, opalescentes, espesas lagrimas de<br />

poeta y amante) ¿Qué es ¿El sutil anonimato de ese nombre con su velo formal («Dolores») y esa<br />

trasposición abstracta de nombre y apellido, que es semejante a un par nuevo de pálidos guantes o una<br />

máscara ¿Es «máscara» la palabra clave ¿Es porque siempre hay deleite en el misterio semitraslúcido,<br />

la lumbre a través de la cual la carne y los ojos —que sólo yo he sido escogido para conocer— sonríen<br />

al dejarme solo ¿O es porque puedo imaginar tan bien el resto de la clase abigarrada, en torno a mi<br />

dolorosa y brumosa amada: Grace y sus granos maduros; Ginny y su pierna con aparato ortopédico;<br />

Gordon, el ansioso; Duncan, el payaso hediondo; Agnes, de uñas comidas; Viola, con sus espinillas en la<br />

piel y el busto vigoroso; la bonita Rosaline; la morena Mary Rose; la adorable Stella; Ralph, que<br />

fanfarronea y roba; Irving, a quien tengo lástima. Y allí está ella, perdida entre todos, royendo un lápiz,<br />

detestada por los maestros, con los ojos de todos los muchachos fijos en su pelo y en su cuello, mi Lolita.<br />

Viernes. Anhelo algún desastre terrible. Un terremoto. Una explosión espectacular: su madre<br />

eliminada de manera horrible, pero instantáneamente y para siempre, junto con todo ser viviente en millas<br />

a la redonda. Lolita salta a mis brazos. Su sorpresa, mis explicaciones, demostraciones, ululatos. ¡Vanas<br />

e insensatas fantasías! Un Humbert osado habría jugado con ella de una manera más repugnante (ayer, por<br />

ejemplo, cuando entró de nuevo en mi cuarto para mostrarme sus dibujos escolares); podría haberla<br />

sobornado... y acabar con la cosa. Un tipo más simple y práctico se habría atenido sobriamente a varios<br />

sucedáneos..., pero si ustedes saben adonde ir, yo no sé. A pesar de mi aire viril, soy horriblemente<br />

tímido. Mi alma romántica se vuelve trémula y viscosa ante la sola idea de recurrir a alguna inmundicia.<br />

A esos obscenos monstruos marinos. Mais allez-y, allez-y! Annabel sosteniéndose sobre un pie para<br />

ponerse pantalones cortos, yo mareado de rabia, sirviéndole de pantalla.<br />

(La misma fecha, después, muy tarde). He prendido la luz para disipar un sueño. Tenía un<br />

antecedente indudable. Durante la comida, Haze anunció benévolamente que puesto que el pronóstico<br />

anunciaba un fin de semana con sol, iríamos el domingo al lago, después de la iglesia. Mientras yacía en<br />

mi cama, entre meditaciones, urdí un plan final para aprovechar el picnic anunciado. Sabía que mamá<br />

Haze odiaba a mi amada porque era gentil conmigo. De modo que planeé el día junto al lago de manera<br />

que satisfaciera a la madre. Le hablaría sólo a ella, pero en un momento apropiado diría que había<br />

olvidado mi reloj pulsera y mis anteojos negros en algún lugar, y me hundiría con mi nínfula en el bosque.<br />

En ese instante, la realidad se desvanecía, y la busca de los anteojos se transformaba en una tranquila<br />

orgía... A las tres de la mañana tomé un soporífero y entonces un sueño que no era una secuela, sino una<br />

parodia, me reveló con una especie de significativa claridad, el lago que aún no había visitado: estaba<br />

cubierto por una lámina de hielo esmeralda, y un esquimal picado de viruela trataba en vano de romperlo<br />

con un hacha, aunque mimosas importadas y oleandros florecían en sus orillas cubiertas de granza. Estoy<br />

seguro de que la doctora Blanche Schwarzmann me habría pagado un montón de dinero por enriquecer

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!