27.01.2015 Views

1hqf13s

1hqf13s

1hqf13s

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

18<br />

Cuando la novia es una viuda y el novio un viudo, cuando la primera ha vivido en esa ciudad pequeña<br />

unos dos años y el segundo apenas un mes; cuando monsieur quiere acabar con el maldito asunto lo antes<br />

posible y madame consiente con una sonrisa tolerante, la boda es por lo común un acontecimiento<br />

«tranquilo». La novia puede prescindir de la diadema de azahares para sujetarse el velo consabido, no<br />

lleva una orquídea blanca en el libro de misa. La hija de la novia podría agregar —en este caso— un<br />

toque de vivido bermellón al enlace de H. y H. Pero yo sabía que aún no me atrevería a mostrarme<br />

demasiado efusivo con Lolita, y así coincidí en que no valía la pena hacer venir a la niña de su querido<br />

campamento.<br />

Para las cosas de la vida cotidiana, mi soi-disant apasionada y solitaria Charlotte, era materialista y<br />

trivial. Además, descubrí que si bien no podía dominar su corazón y sus gritos, era una mujer de<br />

principios. En seguida de ser más o menos mi amante (a pesar de los estimulantes, un nervioso,<br />

angustiado «chéri» —¡un heroico chéri!— tuvo ciertas dificultades iniciales, ampliamente compensadas<br />

por una exhibición fantástica de ternuras europeas), la buena Charlotte me interrogó acerca de mis<br />

relaciones con Dios. Pude responderle que en cuanto a eso, mi espíritu estaba en blanco; en cambio dije<br />

—rindiendo tributo a una piadosa trivialidad— que creía en un espíritu cósmico. Mirándose las uñas,<br />

Charlotte me preguntó además si no había en mi familia una ascendencia extraña. Le respondí<br />

preguntándole a mi vez si se hubiera casado conmigo de haber sido mi abuelo materno, por ejemplo,<br />

turco. Dijo que eso no importaba en absoluto, pero si alguna vez descubría que yo no creía en nuestro<br />

Dios cristiano, se suicidaría. Lo dijo con tal solemnidad que me hizo estremecer. Fue entonces cuando<br />

supe que era una mujer de principios.<br />

Oh, Charlotte era muy amable: decía «perdón» si un leve hipo interrumpía el flujo de sus palabras, y<br />

cuando hablaba con sus amigas me llamaba «el señor Humbert». Pensé que le agradaría verme entrar en<br />

su comunidad aureolado por cierto encanto. El día de nuestras bodas apareció un articulillo en las<br />

Noticias Sociales de Ramsdale Journal, con una fotografía de Charlotte —una ceja alzada— y una errata<br />

en su nombre («Hazer»). A pesar de este contretemps, la publicidad caldeó el hornillo de porcelana de<br />

su corazón e hizo que los cascabeles de mi cola sonaran con un ruido temible. Sumándose a las<br />

actividades religiosas y trabando relación con las madres más en vista de los compañeros de Lo, en el<br />

curso de unos veinte meses Charlotte había llegado a ser una ciudadana aceptable, si no prominente, pero<br />

nunca se había visto asociada en situación tan prestigiosa. Y fui yo quien me hice llamar Edgar H.<br />

Humbert (agregué el «Edgar» sólo porque se me antojó «escritor y explorador»). El hermano de McCoo,<br />

cuando tomó nota del dato, me preguntó qué había escrito. Cuanto le dije fue: «Varios libros sobre<br />

Peacock y Rainbow, y otros poetas». Se dijo también que Charlotte y yo nos conocíamos desde hacía<br />

varios años, y que yo era un pariente lejano de su primer marido. Insinué que había tenido algo que ver<br />

con ella trece años antes, pero la prensa no mencionó ese dato. Dije a Charlotte que las columnas de los<br />

diarios deben contener un cúmulo de errores.<br />

Sigamos con mi curioso relato. Cuando debí gozar de mi promoción de inquilino a amante,<br />

¿experimenté sólo amargura y repulsión No. El señor Humbert confiesa cierta titilación de su vanidad,<br />

una débil ternura, hasta una especie de remordimiento que corrió oscuramente por el acero de su daga<br />

confabulada. Nunca había pensado que la señora Haze, más bien ridícula, pero más bien «atractiva», con

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!