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de las variables dicotómicas que identifican una carencia ha sido ponderada
por el porcentaje de personas de la muestra que no sufren el problema.
Bajo esta ponderación late la idea de que una carencia se considera más
grave cuanto menor sea el número de personas que la sufran. Por ejemplo,
es mucho más habitual que un hogar pueda no permitirse unas vacaciones
fuera de casa una vez al año que constatar que los miembros de ese hogar
no puedan comprar carne o pescado cada dos días. Las ponderaciones
dan, pues, mayor importancia a las carencias más graves. En este ejemplo,
las relacionadas con la dieta de las familias.
En segundo lugar, multiplicamos cada una de las variables dicotómicas
por su ponderación. De este modo, cada carencia estará representada por
una constante, cuyo valor ya no es 0 o 1 sino que oscila entre 0 y 100. A
partir de aquí, se calcula la media aritmética de todos los valores para
obtener el indicador global de privación. (2) En el caso de los subindicadores
dimensionales, se incluyen sólo las constantes que pertenecen a la dimensión
relevante (véase Desai y Shah, 1988). Debe tenerse en cuenta que
los indicadores ponderados no tienen una interpretación directa: no son
porcentajes sobre una población determinada. De hecho, son adimensionales.
Con todo, son útiles porque permiten la comparación de individuos
entre sí. Por ejemplo, si un hogar tiene un índice de privación de 16 puntos,
podemos afirmar que sufre una situación el doble de problemática que un
hogar con un índice de 8 puntos.
Finalmente, la última decisión metodológica que hay que tener presente
hace referencia al umbral de privación con que podremos distinguir a la
población privada de la que no lo es. En este sentido, para que el análisis
de la privación sea coherente con el de la pobreza monetaria, se ha definido
el umbral de privación, de manera que se obtenga un grupo de tamaño
comparable al de los pobres según el criterio de renta, que incluye a los
individuos con los niveles más altos de privación material. (3)
La utilización de indicadores agregados no está exenta de problemas y limitaciones.
Como se ha comentado, la propia construcción de los índices
(2) Véase Ayllón, Mercader y Ramos (2003, 2007) para una discusión en detalle de esta metodología.
(3) Esta decisión, si bien puede tener algo de arbitraria, no es muy distinta de la tomada cuando calculamos
pobreza monetaria y definimos como pobres al conjunto de personas con menores rentas equivalentes y
según un umbral de pobreza establecido.
Privación material entre los niños 67