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SUMARIO - Editorial Sal Terrae

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DEVOCIÓN A MARÍA Y BUENA PASTORAL SOBRE MARÍA 853No debemos olvidar que un ámbito de despliegue de la reflexión teológicasobre María fue el mundo mediterráneo (griego, egipcio, romano),en el cual el culto y devoción a las diosas fue tan poderoso. Allídonde se adoraba a las diosas-madres, a la diosa «Regina coeli», Maríafue posteriormente reconocida como la Theotokos, la Madre de Dios.O se puede negar que la tradición eclesial, patrística, monástica, escolásticae ilustrada han presentado siempre lo divino en términos masculinosy en imágenes masculinas. Ello no quiere decir que todas estasilustres formas de teología confundieran a Dios con el género masculino;pero sí es innegable que favorecían en el pueblo cristiano un imaginariomasculino a la hora de referirse a Dios. María fue el espacio enel que el alma religiosa del pueblo de Dios podía experimentar lo divinoen clave femenina, virginal, materna. El Ave María ha invitado a millonesy millones de creyentes a repetir una y otra vez la invocación deMaría como «madre de Dios», con toda la ambigüedad que semejanteinvocación comporta. Nada extraño que en niveles populares se hayacontrapuesto la rigidez, justicia e ira de Dios Padre a la misericordia,compasión y mansedumbre de María Madre. En María han encontradomillones de creyentes la dimensión femenina de lo divino que el serhumano añora.Creo, asimismo, que la reducción de la redención al principio masculinoha hecho sentir la necesidad de un principio femenino de redención.Jesús de Nazaret, confesado como el Hijo de Dios, el RedentorLiberador, ha parecido –en cierta medida– una solución incompleta.Al utilizar la metáfora del «Nuevo Adán», surgió pronto la necesidadde hablar de la «Nueva Eva», y esta figura era atribuida a María;en consecuencia, ha habido y sigue habiendo movimientos poderososque buscan la definición dogmática de María como «corredentora». Denuevo, se aprecia aquí también la nostalgia de un principio femeninode redención. El «solus Christus», tan insistentemente proclamado porlos hermanos de la Reforma, sería considerado insuficiente. No pocoshan afirmado que además de Cristo Jesús también es necesaria la corredenciónde María, aunque no se ponga al mismo nivel de la redenciónde Jesús.Si volvemos de nuevo a la pregunta antes formulada («¿Qué decimoscuando decimos «Virgen María», «María, Madre de Dios»?»),descubrimos que no solo decimos María de Nazaret, la madre de Jesús,sino también nostalgia del Espíritu, nostalgia de la feminidad divina,sal terrae

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