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del aprendizaje

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CAPÍTULO 5<br />

Aprendizaje desde la perspectiva biológica<br />

y de desarrollo<br />

Christina Hinton y Kurt W. Fischer<br />

Facultad de Educación, Universidad de Harvard<br />

Resumen<br />

El campo de la mente, el cerebro y la educación que<br />

también se conoce como “educación neurocientífica”,<br />

comprende diversas disciplinas: la neurociencia,<br />

la ciencia cognitiva y la educación. Los recientes<br />

descubrimientos tecnológicos y metodológicos en<br />

este campo incluyen tecnologías de resonancia<br />

magnética para el cerebro y métodos cognitivos<br />

innovadores para trazar trayectorias de <strong>aprendizaje</strong>.<br />

Estos han contribuido enormemente a nuestra<br />

comprensión <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong> y arrojan luz sobre<br />

mecanismos casuales clave que reflejan relaciones<br />

subyacentes. Sin embargo, un trabajo interdisciplinario<br />

en este campo conlleva retos ya que cada disciplina<br />

—la biología, la ciencia cognitiva y la educación—<br />

tiene una cultura disciplinaria fuertemente arraigada,<br />

cada una tiene su propia jerga y métodos específicos.<br />

Entre ellas hay discrepancia incluso en términos<br />

fundamentales como “<strong>aprendizaje</strong>” y los mecanismos<br />

metodológicos de medición que utilizan no son los<br />

mismos.<br />

La genética otorga la estructura para la organización<br />

básica <strong>del</strong> cerebro. Estos patrones cognitivos definen<br />

una predisposición genética para el desarrollo<br />

posterior, la cual se actualiza en mayor o menor medida<br />

como respuesta al entorno. Durante los primeros<br />

años de vida, se lleva a cabo una rápida proliferación<br />

de conexiones neurológicas, que después se reducen<br />

a través de un proceso llamado “poda sináptica”<br />

conforme el cerebro se va esculpiendo para adaptarse<br />

a las necesidades <strong>del</strong> entorno.<br />

El cerebro se organiza en grupos de neuronas<br />

con propiedades y funciones determinadas. Las<br />

redes cerebrales incluidas en el <strong>aprendizaje</strong> se<br />

pueden clasificar en términos generales en tres:<br />

“de reconocimiento”, “estratégica” y “afectiva”. La<br />

red cerebral de reconocimiento, que incluye áreas<br />

sensoriales como la corteza visual, recibe información<br />

<strong>del</strong> entorno y la transforma en conocimiento.<br />

Identifica y categoriza lo que el niño ve, oye o lee.<br />

La red estratégica, que incluye la corteza prefrontal<br />

<strong>del</strong> cerebro, se usa para planear y coordinar acciones<br />

orientadas a un objetivo. La red afectiva abarca<br />

áreas <strong>del</strong> sistema límbico como la amígdala y está<br />

involucrada en la dimensión emocional <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong><br />

como el interés, la motivación y el estrés. Con el<br />

paso <strong>del</strong> tiempo, las redes cerebrales se reorganizan<br />

para reflejar experiencias de <strong>aprendizaje</strong>, esta<br />

reorganización influye en el <strong>aprendizaje</strong> posterior.<br />

Un estímulo genera la respuesta de diversos grupos<br />

de redes cerebrales, produciendo así una experiencia<br />

de <strong>aprendizaje</strong>. Los componentes particulares de esta<br />

experiencia pueden ser clasificados como cognitivos<br />

o emocionales, pero esta distinción es sólo teórica<br />

ya que dentro <strong>del</strong> cerebro están integrados y son inseparables:<br />

emoción y cognición trabajan juntas para<br />

guiar el proceso de <strong>aprendizaje</strong>. Las personas pueden<br />

aprender a regular reacciones emocionales de manera<br />

cognitiva. La regulación emocional puede reducir<br />

emociones negativas, lo cual se refleja tanto en la<br />

disminución de la activación de la amígdala, como en<br />

una experiencia emocional más positiva. Estrategias<br />

de regulación emocional eficaces incluyen la reinterpretación<br />

y la despersonalización. Según la evidencia,<br />

los jóvenes no son muy hábiles en la regulación emo-<br />

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