del aprendizaje
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te y con los principios de <strong>aprendizaje</strong> establecidos. El<br />
uso de la tecnología tiende a ser sumamente social,<br />
implica una buena cantidad de experimentación y<br />
“jugueteo” y fomenta la producción y el intercambio<br />
de los conocimientos; los medios digitales facilitan<br />
el <strong>aprendizaje</strong>, que se basa más en la interacción y la<br />
participación que en el consumo pasivo de información<br />
o conocimientos (Ananiadou y Claro, 2009).<br />
Por lo tanto, comprender cómo aprenden, juegan y<br />
socializan los jóvenes fuera de las aulas puede ser<br />
una fuente de inspiración útil para la innovación educativa.<br />
Los medios digitales tienen el potencial para<br />
transformar los entornos de <strong>aprendizaje</strong> permitiendo<br />
la creación intensiva de redes de contacto y el acceso<br />
desde cualquier lugar y en cualquier momento,<br />
ayudando así a forjar conexiones en los mundos fragmentados<br />
y con las experiencias de los jóvenes en la<br />
escuela y fuera de ella. La tecnología puede ayudar a<br />
empoderar a los alumnos a participar activamente en<br />
la configuración de su propio entorno de <strong>aprendizaje</strong>.<br />
Otra cuestión diferente es hasta qué punto esas posibilidades<br />
y formas de <strong>aprendizaje</strong> sirven en las actividades<br />
explícitamente educativas en la actualidad. Los<br />
entornos de <strong>aprendizaje</strong> tradicionales suelen ser de<br />
“baja tecnología” y en muchas escuelas no existe la<br />
intensidad suficiente en el uso de la tecnología como<br />
para aprovechar sus beneficios. Se tiene que alcanzar<br />
o superar el umbral crítico <strong>del</strong> uso de la tecnología<br />
para percibir logros mensurables en los resultados<br />
educativos, como se ha constatado recientemente<br />
utilizando las pruebas de PISA (OCDE, 2010b). Actualmente<br />
se estima que el promedio de uso de la<br />
tecnología en la enseñanza obligatoria en los países<br />
de la Unión Europea, se sitúa muy por debajo de los<br />
niveles de dicho umbral en las escuelas regulares,<br />
en contraposición a los entornos de <strong>aprendizaje</strong> innovadores<br />
y ricos en tecnología, esto es, en menos<br />
de una hora por semana (Empirica, 2007). Esta cifra<br />
es insignificante en comparación con el promedio de<br />
alrededor de 14 horas semanales de conexión en el<br />
hogar mencionado anteriormente. Asimismo, como<br />
nos recuerda también Mayer (este volumen), la presencia<br />
de la tecnología en sí misma no garantiza que<br />
sus ventajas concretas se utilicen para aprender.<br />
Límites de la reforma educativa<br />
En los últimos decenios, ha habido muchas reformas<br />
educativas en los países miembros o no de la OCDE,<br />
que se han llevado a cabo con el fin de mejorar la<br />
calidad de la escuela y elevar los logros, sobre todo<br />
de los estudiantes con bajo rendimiento. Estas reformas<br />
han incluido, entre otras cosas, los principales<br />
programas de formación de docentes, el suministro y<br />
el uso de nuevas tecnologías, los cambios en los currículos<br />
y la reestructuración <strong>del</strong> sistema para dar más<br />
autonomía a las escuelas. Se ha asignado una cantidad<br />
importante de los recursos a las instalaciones y<br />
equipos, a la reducción <strong>del</strong> tamaño de las clases y a la<br />
mejora de las calificaciones de los docentes.<br />
Las reformas inciden constantemente en la superficie<br />
de las estructuras y en los parámetros institucionales<br />
de las escuelas, pero es mucho más difícil<br />
reconfigurar las actividades básicas y la dinámica<br />
<strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong> en las aulas. Existe una tendencia a<br />
centrarse en las variables que resulten visibles y relativamente<br />
fáciles de cambiar, siempre que lo permitan<br />
los recursos: es más sencillo, aunque también<br />
costoso, reducir el tamaño de la clase y aumentar el<br />
número de computadoras en las escuelas que, por<br />
ejemplo, mejorar las capacidades de los docentes de<br />
forma sostenible para responder a las diferencias entre<br />
los estudiantes. Pero los enfoques para mejorar<br />
la calidad de la educación mediante la dotación de<br />
recursos suelen ser muy indirectos y funcionan únicamente<br />
en la medida en que cambian la enseñanza<br />
y el <strong>aprendizaje</strong> en las aulas y en otros entornos.<br />
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