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del aprendizaje

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forma a lo que los estudiantes esperan de sí mismos<br />

y se deben comunicar a los estudiantes por<br />

a<strong>del</strong>antado, de manera positiva pero realista. Las<br />

creencias y expectativas de la propia eficacia de<br />

los estudiantes se pueden mejorar dando ejemplo<br />

simbólico, mediante frases inspiradoras y estimulando<br />

el auto<strong>aprendizaje</strong>.<br />

Principio clave número 2: Los estudiantes<br />

están motivados para participar en el<br />

<strong>aprendizaje</strong> cuando perciben vínculos estables<br />

entre las acciones concretas y el rendimiento<br />

Algunos estudiantes piensan que el docente tiene<br />

el control de los resultados <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong>; otros<br />

creen que son ellos quienes tienen el control y<br />

pueden determinar qué hacer para rendir bien.<br />

Las pruebas demuestran que los estudiantes<br />

esperan hacer bien las tareas que han hecho bien<br />

en el pasado. Weiner (1986) sugiere, sin embargo,<br />

que no es el éxito o el fracaso lo que afecta el<br />

desempeño futuro. Más, las causas de su éxito o<br />

su fracaso, según las entienden los estudiantes,<br />

determinan sus creencias motivacionales y,<br />

por lo tanto, sus expectativas sobre su futuro<br />

desempeño. Weiner señala que los estudiantes<br />

y docentes interpretan de la misma manera un<br />

desempeño bajo en, por ejemplo, una prueba de<br />

ciencias y lo atribuyen a causas específicas tales<br />

como una capacidad limitada en ciencias, poco<br />

esfuerzo, una prueba difícil o simplemente mala<br />

suerte. Este autor descubrió que atribuir el fracaso<br />

a una capacidad baja puede tener un efecto<br />

devastador en el concepto que los estudiantes<br />

tienen de sí mismos, ya que no sienten que tienen<br />

el control y se sienten disuadidos de realizar<br />

ningún otro esfuerzo.<br />

Seligman (1975) acuñó el término “impotencia<br />

aprendida” para este patrón estable de atribución,<br />

que refleja las creencias de los estudiantes de<br />

que su capacidad es baja y que esto no cambiará<br />

hagan lo que hagan. Por el contrario, cuando<br />

los estudiantes atribuyen un desempeño pobre<br />

a haberse esforzado poco o haber utilizado la<br />

estrategia incorrecta (variable, atribución interna)<br />

no se sienten fuera de control. Tal atribución los<br />

protege contra las emociones negativas (principio<br />

clave número 5) y las reacciones negativas <strong>del</strong><br />

docente y los pares —porque esforzarse poco<br />

o usar las estrategias incorrectas se considera<br />

controlable.<br />

Zimmerman y Kitsantas (1997) demuestran que<br />

atribuir el fracaso a la utilización de estrategias<br />

incorrectas es beneficioso para la motivación: es<br />

más probable que los estudiantes que planearon<br />

y utilizaron <strong>del</strong>iberadamente una estrategia<br />

específica para solucionar un problema atribuyan<br />

sus malos resultados a la estrategia y no a una<br />

capacidad baja. Esto los ayuda a mantener un<br />

sentido de eficacia a pesar de los malos resultados.<br />

Los estudiantes que atribuyen sus resultados a<br />

la estrategia elegida suelen persistir hasta haber<br />

probado todas las estrategias disponibles. Por el<br />

contrario, varios estudios han demostrado que<br />

los estudiantes no se esfuerzan en la preparación<br />

de los exámenes cuando no perciben vínculos<br />

estables entre su estrategia y el resultado esperado<br />

(Boekaerts, 2006). En nuestro ejemplo, Julia tenía<br />

una eficacia propia y unas expectativas elevadas<br />

al principio de la semana pero, aunque su eficacia<br />

seguía siendo alta, sus expectativas de resultado<br />

cambiaron cuando observó que lo que hacía no<br />

daba frutos. Atribuyó sus problemas a una mala<br />

planificación (fallo de estrategia), manteniendo su<br />

eficacia pero incitándola a modificar la planificación<br />

la próxima vez.<br />

Los docentes tienen que asegurarse de que los<br />

estudiantes atribuyan los resultados de una manera<br />

sana, que fomente la motivación, incluso después<br />

de un bajo desempeño. Los estudiantes necesitan<br />

saber de antemano cuáles son los resultados<br />

deseados y qué estrategias utilizarán. Al finalizar,<br />

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