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del aprendizaje

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estudiantes. A un nivel más general, De Corte<br />

propone fomentar la comunicación con la comunidad<br />

en general con el fin de obtener el apoyo de los<br />

grupos de interés que bien pueden abrigar metas y<br />

expectativas tradicionales y, por lo tanto, impedir el<br />

cambio. Esto supone, por supuesto, que el propio<br />

ambiente de <strong>aprendizaje</strong> esté bien avanzado en un<br />

rumbo “no tradicional” y esté convencido de ello.<br />

El tercer conjunto de sugerencias hechas por los<br />

autores <strong>del</strong> capítulo reconoce que esta no es una<br />

hipótesis realista en muchos casos. El propio De Corte<br />

identifica las creencias sobre el <strong>aprendizaje</strong> de los<br />

estudiantes y el docente como un serio obstáculo para<br />

la aplicación de los tipos de enfoque de <strong>aprendizaje</strong><br />

descritos anteriormente, debido a la estabilidad<br />

profundamente arraigada de la conducta docente.<br />

Como él mismo dice: “[l]os cambios en las creencias<br />

constituyen en sí mismos un desafío importante”. Esto<br />

es claramente mucho más hondo que el conocimiento<br />

o experiencia de los docentes que podrían abordarse<br />

a través de cursos de formación docente apropiados.<br />

Estas creencias tienen su origen tanto en la cultura<br />

más amplia de las expectativas sociales como en las<br />

culturas y “gramáticas” (p. ej., Tyack y Tobin, 1994) de<br />

las escuelas con estructuras y rutinas profundamente<br />

arraigadas. Resnick, Spillane, Goldman y Rangel sitúan<br />

de manera similar las creencias profundas de los<br />

docentes como fundamentales, y las analizan dentro<br />

de las estructuras de organización —”rutinas”—, que<br />

son particularmente poderosas en la educación y en<br />

las escuelas, en particular.<br />

Robert Slavin ofrece un buen ejemplo <strong>del</strong> desafío<br />

de alterar las “gramáticas” o “rutinas” establecidas<br />

respecto <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong> cooperativo. La base de<br />

pruebas sobre los efectos positivos <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong><br />

cooperativo es sólida, se encuentra en muchos<br />

programas de formación de docentes, y los<br />

estudiantes de educación y los profesionales en<br />

ejercicio respaldan en gran parte su valor, pero aun<br />

así se mantiene al margen de la práctica. A pesar de<br />

los treinta años de experimentación e investigación<br />

evaluativa que demuestran resultados positivos y de<br />

un respaldo generalizado, el <strong>aprendizaje</strong> cooperativo<br />

todavía pertenece a la categoría de la “innovación”<br />

que no ha logrado entrar en las rutinas y en las<br />

configuraciones de muchas escuelas y aulas. Lo<br />

mismo se puede observar sobre el <strong>aprendizaje</strong><br />

basado en la indagación y la evaluación formativa. Si<br />

estos enfoques que gozan de una fuerte medida de<br />

apoyo de la evidencia científica sobre sus beneficios<br />

luchan por avanzar, el desafío que enfrentan las<br />

innovaciones que no son tan ampliamente aceptadas<br />

es realmente imponente.<br />

Resnick, Spillane, Goldman y Rangel resumen<br />

sucintamente el efecto limitado de los aspectos<br />

de la formación de docentes más estrechamente<br />

relacionados con el tema de este volumen, para<br />

encontrar más a<strong>del</strong>ante su camino a través de la<br />

práctica cotidiana:<br />

La mayoría de los profesionales en el campo<br />

pueden recordar los nombres y las afirmaciones<br />

de teóricos importantes, pero los vínculos<br />

entre las recetas basadas en la investigación<br />

y lo que realmente hacen los educadores en<br />

su trabajo son poco consistentes. Un visitante<br />

no anunciado en una escuela o aula elegidas<br />

al azar encontraría muy poca de la práctica que<br />

coincide con los principios <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong> y la<br />

instrucción que se enseñan en los programas de<br />

formación de docentes. Lo mismo ocurre con los<br />

principios de liderazgo educativo: el vocabulario<br />

de liderazgo distribuido o “comunidades de<br />

<strong>aprendizaje</strong> profesional” se puede escuchar en<br />

las reuniones profesionales, pero más raramente<br />

en la práctica.<br />

La naturaleza <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong>: Usando la investigación para inspirar la práctica 239

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