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TEORIA CRITICA-MAX HORKHEIMER

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gueses, de modo que su dominación, a pesar de sus grandes y<br />

progresistas ideas, fue adquiriendo un carácter cada vez más<br />

siniestro y a la vez servil. Los sentimientos ambivalentes de las<br />

masas hacia aquellos caudillos, a los que en un primer momento<br />

solían seguir con entusiasmo, han vuelto siempre a generarse<br />

en la historia posterior. Sobre todo en las situaciones en que<br />

los fines burgueses perseguidos por los caudillos sobrepasaban<br />

decididamente lo que las fuerzas sociales permitían alcanzar<br />

en ese momento, ha sido fácil separar del caudillo a las masas,<br />

que no estaban ligadas a él por conocimiento, sino solo por<br />

profundos lazos afectivos. Apenas el fracaso se hizo claramente<br />

notorio —^lo cual volvía extremadamente gravoso el aparato<br />

dictatorial—, ese fracaso pudo romper rápidamente el hechizo<br />

que rodeaba a la victoriosa persona del caudillo, que había sido<br />

elevada hasta lo sobrehumano. La conducta de las masas en<br />

la caída de Rienzo, Savonarola, los hermanos de Witt, Robespierre<br />

y muchos otros endiosados tribunos populares, ilustra<br />

esta crueldad históricamente activa a que nos referimos.<br />

La importancia de los símbolos aparece a toda luz en esta temprana<br />

rebelión burguesa de Rienzo. Es significativo el valor que<br />

él asignaba a su vestimenta y a su séquito. «Cuando en la fiesta<br />

de San Pedro y San Pablo concurría a la catedral, iba sobre<br />

un soberbio corcel de batalla, en traje de terciopelo verde y<br />

amarillo, con un cetro de acero reluciente en la mano, rodeado<br />

de cincuenta lanceros; un romano sostenía la bandera con su<br />

escudo por encima de su cabeza, otro lo precedía llevando la<br />

espada de la justicia; un caballero arrojaba dinero al pueblo,<br />

mientras una procesión festiva de cavalerotti y funcionarios del<br />

Capitolio, miembros del popólo y nobles iba delante o detrás<br />

de él; trompetistas tocaban en instrumentos de plata y musicantes<br />

hacían sonar pequeños timbales plateados. En las gradas<br />

de San Pedro las autoridades eclesiásticas saludaban al dictador<br />

de Roma, cantando, incluso, el Veni Creator Spiritus».^^ En<br />

términos similares a los de la primera biografía, crónicas posteriores<br />

relatan cómo retornó a Roma después de su campaña<br />

contra los barones, para encontrarse allí con el legado papal.<br />

>«Cabalgó con su cohorte hasta San Pedro, allí tomó de la sacristía<br />

la valiosa dalmática bordada en perlas que vestían los<br />

emperadores alemanes en su coronación y se la puso sobre la<br />

armadura. Así, llevando también la corona de plata de los tribunos<br />

sobre la cabeza y el cetro en la mano, se dirigió al palacio<br />

papal, como un cesar, bajo el tronar de las trompetas, llegó<br />

33 Gregorovius, op. cit., págs, 321-33.<br />

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