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TEORIA CRITICA-MAX HORKHEIMER

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mo adormecido. Pero este, mientras exteriormente parecía erecer,<br />

gastaba en realidad sus últimas fuerzas». Si los grupos pe.<br />

queñoburgueses c[ue apoyaban a Savonarola hubieran sido capaces<br />

de erigir un gobierno estable, propio, seguramente el<br />

desequilibrio entre las verdaderas cualidades del monje y la<br />

imagen de superhombre que habían forjado sus seguidores no<br />

hubiera ocasionado su caída. Atribuir cualidades mágicas al<br />

caudillo, en efecto, era una condición de su influencia sobre<br />

las masas. Su fracaso fue el resultado de las diferencias que<br />

separaban a los propios grupos dominantes.<br />

En el caso de Savonarola aparece una circunstancia que atañe<br />

a la esencia de las revoluciones burguesas. Las necesidades de<br />

las masas, que se han puesto en movimiento, operan ciertamente<br />

como motor en la dinámica del proceso revolucionario;<br />

pero el estado de cosas al cual tiende el movimiento, como situación<br />

de equilibrio históricamente alcanzable, es decir el fortalecimiento<br />

del orden burgués, puede satisfacer esas necesidades<br />

sólo en un sentido limitado. Por ello interesa que las fuerzas<br />

desatadas, ya durante el movimiento mismo, se vuelvan<br />

desde afuera hacia adentro, se espiritualicen, por así decir. El<br />

proceso de «interiorización», ya operante en la Edad Media,<br />

tiene aquí una de sus raíces. Thode ha interpretado en ese sentido<br />

ya la actividad de los fundadores de órdenes desde comienzos<br />

del siglo XIII. «Ningún poder, por grande que fuese», escribe<br />

en la introducción de su obra sobre San Francisco,®<br />

«pudo acallar los justos reclamos del tercer estado, cuya conciencia<br />

despertaba, si bien, por otra parte, sus metas eran demasiado<br />

imprecisas como para que el movimiento pudiera volverse<br />

unitario y autónomo. En este punto, convocado por la<br />

eterna legalidad de un desarrollo histórico consecuente, aparece<br />

en escena Francisco de Asís, quien, con su genial capacidad<br />

para entrever y tomar las decisiones, encontró la palabra de<br />

reconciliación. El condujo la tumultuosa corriente progresista<br />

por un cauce delimitado, y conquistó así el mérito de preservarla<br />

de una prematura división, reuniendo sus fuerzas y orientándolas<br />

hacia un fin coherente. Ese fin es la interiorización<br />

del hombre .. .». Thode ve en la doctrina cristiana «el bendito<br />

cauce ordenador», y en el nuevo arte, el primer producto<br />

de ese proceso de sublimación. Con el desarrollo de las contradicciones<br />

entre burguesía y masa en los siglos posteriores, esa<br />

interiorización de intereses sociales surge como expresión de la<br />

62 H. Thode, Franz von Assist und die Anfänge der Kunst der Renaissance<br />

in Italien (San Francisco de Asís y los comienzos del arte<br />

renacentista en Italia), Berlín, 3* ed., 1926, pág. xxiv.<br />

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