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ía visto tendidos, tal como la ley lo ordenaba, vale decir:<br />
nada. Sin embargo, este saber en modo alguno proporciona a<br />
la acción de los combatientes un horizonte más estrecho. La<br />
idea de configurar la existencia de otros individuos de manera<br />
más libre y feliz siempre tuvo el poder de acrecentar la entereza<br />
del ser humano. En la medida en que los fines que determinan<br />
su vida no desaparecen con él, sino que se perpetúan<br />
en el curso futuro de la sociedad, el hombre puede esperar que<br />
su muerte no señale a la vez la extinción de su voluntad. El esfuerzo<br />
por desplegarla no lo ha restringido a su individualidad,<br />
sino que lo ha colocado dentro del desarrollo de la humanidad,<br />
y por eso el final no le parece solo aniquilación; no depende<br />
exclusivamente de su existencia personal alcanzar sus fines.<br />
Puede ser independiente y valeroso.<br />
Esta entereza aventaja a otras formas del ánimo porque se<br />
muestra acorde con la verdad hoy alcanzable. No obstante, la<br />
mera fe puede proporcionar una tranquilidad igualmente profunda.<br />
Quienes profesan una religión tienen sobre el más allá<br />
—o incluso sobre un fundamento divino, inagotable, de la<br />
vida— visiones que dan mayor fortaleza aún. Pero el discípulo<br />
de la Ilustración está convencido de que también las generaciones<br />
futuras, por las que lucha, son irrevocablemente pasajeras,<br />
y de que en definitiva la nada siempre vence sobre la alegría.<br />
Ciertamente lo anima la representación de una forma más<br />
alta de sociedad y de una existencia más luminosa para todos<br />
los hombres. Pero el fundamento por el cual prefiere entregarse<br />
abnegadamente, y no adaptarse a la realidad del orden establecido<br />
ni hacer carrera en él, no es un mandamiento, no es<br />
una voz interior plena de promesas, sino su mero deseo y su<br />
placer, que también se extinguirán. Puede aparecer como una<br />
espléndida meta el que durante cierto tiempo los hombres vivan<br />
sobre esta tierra un poco más felices y con un poco más de<br />
sabiduría que en las circunstancias sangrientas e imbecilizantes<br />
que suelen caracterizar el fin de las formas de la vida social.<br />
Pero, finalmente, también perecerán aquellas generaciones postreras,<br />
y la tierra continuará girando en su órbita como si nada<br />
hubiese ocurrido. Se suele calificar esto de escepticismo y de<br />
nihilismo; en realidad, la conciencia y el actuar sinceros comienzan<br />
justamente allí donde esta verdad prevalece y los hombres<br />
se aferran a ella.<br />
El antagonismo entre la filosofía antropológica y el materialismo<br />
de ningún modo concierne al principio del reconocimiento<br />
de objetivos; sin embargo, el materialismo entiende la estructura<br />
de toda teoría, sobre todo de la suya propia, como<br />
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