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TEORIA CRITICA-MAX HORKHEIMER

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Tras la quiebra del sistema hegeliano, la concepción liberal del<br />

mundo vuelve a posesionarse del terreno, aunque sea parcialmente.<br />

Junto con la creencia en el poder de una Idea actuante<br />

en la historia, esta concepción rechazó la teoría de las estructuras<br />

trascendentes y dinámicas que ella contendría, y puso,<br />

como unidades independientes, últimas, en el curso histórico,<br />

a individuos que persiguen sus propios intereses. La concepción<br />

liberal de la historia —concepción con rasgos propios del<br />

sentido común— es, en su esencia, psicológica. Los individuos,<br />

con sus eternos instintos sólidamente arraigados en su naturaleza,<br />

ya no son solo los actores inmediatos de la historia sino también<br />

las instancias últimas para la teoría del acontecer propio<br />

de la realidad social. Por cierto, el liberalismo no pudo solucionar<br />

el problema de cómo, a pesar de este caótico fundamento,<br />

la sociedad puede vivir como un todo, o, más bien, cómo<br />

su vida resulta perjudicada en forma creciente por este fundamento.<br />

El siglo xviii tenía fe en el futuro; era la fe en que<br />

los instintos de los individuos, tras la supresión de las barreras<br />

feudales, se armonizarían en la unidad de la cultura. En el<br />

liberalismo del siglo xix, esa fe se transformó en el dogma de<br />

la armonía de intereses.<br />

Por otra parte, Marx y Engels aceptaron la dialéctica, pero<br />

con un sentido materialista. Con ello se mantuvieron fieles a<br />

la convicción hegeliana de que en el desarrollo histórico existen<br />

estructuras y tendencias supraindividuales y dinámicas; rechazaron,<br />

empero, la fe en un poder espiritual independiente<br />

que operase en la historia. Según ellos, nada es fundamento de<br />

la historia, nada se expresa en ella, que pudiera ser interpretado<br />

como sentido general, como poder unitario, como razón determinante,<br />

como telos inmanente. En su opinión, la confianza<br />

en la existencia de tal núcleo es, más bien, un complemento<br />

de la filosofía idealista, que pone todo del revés. El pensar y,<br />

por consiguiente, también los conceptos e ideas son funciones<br />

del hombre; no un poder independiente. En la historia no hay<br />

un pensamiento que todo lo penetre y que brote de sí mismo,<br />

pues no hay espíritu independiente del hombre. Los hombres,<br />

con su conciencia, son transitorios, a pesar de todo su saber,<br />

su recuerdo, su tradición y su espontaneidad, su cultura y su<br />

espíritu; nada hay que no nazca y perezca.<br />

Pero, con esto, Marx de ningún modo llega a una teoría psicologista<br />

de la historia. Según él, los hombres, históricamente<br />

actuantes, jamás pueden ser comprendidos solo desde su interior,<br />

sea desde su naturaleza o desde un fundamento ontológico<br />

que pudiera discernirse en ellos; antes bien, están sujetos<br />

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