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te como supresión práctica de toda alegría y de toda felicidad,<br />
como barbarie y destrucción.<br />
En momentos históricos críticos, este nihilismo burgués se expresa<br />
bajo la forma específica del terror. En lo que va de la<br />
historia, el terror ha constituido, en determinados períodos, un<br />
medio de gobierno. Solo que es preciso diferenciar en él distintos<br />
elementos. Su meta racional consiste en intimidar al contrincante.<br />
Los actos de crueldad van dirigidos contra el enemigo,<br />
son medidas de protección dirigidas hacia fuera y hacia dentro.<br />
Pero el terror persigue también otra finalidad, no siempre<br />
consciente para quienes lo ejercen y rara vez confesada por<br />
ellos: la satisfacción de los partidarios. Si este segundo elemento<br />
tiene importancia aun en movimientos tan progresistas como<br />
la Revolución Francesa, ello se explica por aquel profundo desprecio,<br />
por aquel odio hacia la felicidad en general que se liga<br />
con la compulsión al ascetismo, sancionada por la moral. La<br />
prédica acerca del carácter honroso de la pobreza, tema cotidiano<br />
de una época que, sin embargo, ha hecho de la riqueza<br />
su dios, esa prédica que, en el curso del movimiento, se robustece<br />
y constituye finalmente el tono básico de los discursos de<br />
los caudillos burgueses, aun de los más liberales, significa,<br />
para el instinto más profundo de quienes la oyen, que tras el<br />
retorno del orden no comienza una nueva existencia, plena de<br />
sentido y feliz, ni termina realmente la miseria —en ese caso<br />
no sería necesario e[ terror para su satisfacción—, sino que se<br />
vuelve al trabajo duro, a un mal salario y a una subordinación<br />
e impotencia efectivas ante aquellos que no necesitan realizar<br />
ningún sacrificio para ser honestos. La igualdad que en tales<br />
momentos los individuos de la masa exigen y sienten como justa<br />
es, entonces, el rebajamiento general a esa vida de pobreza que<br />
con tanta insistencia se les recomienda. Si el goce o, más aún,<br />
la capacidad de gozar, que ellos debieron combatir en sí mismos<br />
desde la juventud, son tan nocivos, entonces también aquellos<br />
que encarnan ese vicio y que, con todo su ser, con su apariencia,<br />
su vestimenta y su actitud hacen pensar en él, deben ser<br />
suprimidos para que desaparezca el escándalo y cada uno se ratifique<br />
en su propia renuncia. A cada uno de estos individuos<br />
de la masa le parecería sin duda que toda su vida ha estado<br />
descaminada si se descubriera que el goce es realmente algo<br />
valioso y que todo ese prestigio de la abstinencia no es más<br />
que un engaño. Con los intentos torpes y apresurados de aprovechar<br />
aún todo lo que sea posible, y con la imitación de orgías<br />
tal como él se las imagina, el pequeño hombre que un día llega<br />
al poder da pruebas del mismo miedo interior que asedia al<br />
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