DIALOGOS EN LA MORGUE

de la ciencia al proceso productivo, lo que conocemos con el
nombre de tecnología, se ha con-vertido en la variable más importante
para consolidar y fortalecer el bienestar y el crecimiento
de las naciones. No importa el invento o el descubrimiento
que deseen analizar; si ahora sirve para algo es debido a
que un empresario lo hizo conocer al mundo y lo aplicó a un proceso
productivo (todo su cuerpo se yergue como animado por
energía recurrentes que parecen llegar a él desde los confines
de los universos) En cuanto a los escritores, poetas y demás,
debemos reconocerles que su imaginación desborda la del hombre
promedio, por lo que pueden concebir diferentes modos de
vida y de relaciones, aunque la mayor parte de las veces, imperdonablemente
utópicas. La tarea es importante, pero adolece
de la debilidad de no poner en acción la gran facultad humana:
la de decidir; decidir para uno mismo y sobre todo, para y
en nombre de los demás. En lo que se refiere a los profesionales
liberales, nada hay que puedan hacer si es que no lo hacen al
servicio de un empresario o del gobierno. Por su parte, la fuerza
de trabajo es una masa maleable que sólo está interesada en
cumplir con su ciclo a condición de que se le otorgue lo necesario
para vivir con la incertidumbre reducida al mínimo. Si no se
le concede ese deseo habrá problemas que el empresario genuino
nunca dejará sin resolver (con una nueva muestra de
triunfo que recorre todo su campo visual, se apresta a dar la
síntesis de su percepción) El empresario es el nervio motor de
toda corriente civilizadora: para constatarlo, salgamos mentalmente
a la calle. Allí veremos edificios inmensos, puentes maravillosos,
calles y avenidas grandiosas. Lo hicieron los arquitectos
y los ingenieros; pero el que los contrató para ello, fue un
empresario. Veamos el flujo de automóviles, de trenes, subtes,
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