DIALOGOS EN LA MORGUE

debo admitir que todos nos caracterizamos por mantener un
grado muy flexible de informalidad en el cambio de ideas. De
este modo, ante el respeto íntimo que sentimos los unos por los
otros (y las otras) suponemos que nadie pretende herir a otro
con algún comentario, puesto que lo que se dice no oculta segundas
intenciones. Ésa siempre ha sido la regla de la mesa: a
no ser que se diga lo contrario, nunca se dice más de lo que se
dice. En el caso de ustedes (dirigiéndose a las feministas recién
incorporadas al grupo) debo hacerles saber que han iniciado
una conversación con segundos mensajes, de tal manera que
la ironía velada ha aparecido muy nítida en las preguntas y comentarios,
no por las palabras, sino por el tono con que fueron
dichas, lo que nos mostraba que vuestra intención no era informarse,
sino, imprecar sin o con motivo. Eso es algo a lo que no
estamos acostumbrados, razón por la que nos pareció extraño;
así, nos sentimos desorientadas y obramos en consecuencia;
aunque tal vez sería decir, con mayor propiedad, que obramos
en desconsecuencia. Para alejar definitivamente los resquemores,
debo pedirles que nos tomen como a personas que expresan
sus ideas sin menoscabo de nadie y, más bien, en beneficio de
cada uno. Debo también aprovechar la oportunidad para darles
la bienvenida en nombre de todos, y decirles que desde este
momento consideramos que todas ustedes, feministas y no feministas,
son miembros oficiales del grupo de amigos de “El
Bar”
Brindo por eso y por lo que venga
por las mujeres sin complejos
por las mujeres perfectas
−por la diversidad y la variedad
por la tripa gorda
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