DIALOGOS EN LA MORGUE

creto de las páginas hechas amarillas por la luz de los faroles y
el peso de los siglos…en este ondular encandilante, yo supe que
las calles de Madrid coqueteaban con la mirada seria del que
desea averiguar…como buenas españolas, muestran ocultando y
ocultan encandilando; por eso es que mientras Alejandro hacía
una reminiscencia de la historia de España, tomando las calles
como un escenario a escala, yo veía la picardía de cada una en el
claroscuro del plenilunio; es preciso la intuición de una mujer
para darse cuenta cuándo otra mujer coquetea y quiere atraer
al escogido…al constatarlo esta vez, decidí que las calles de
Madrid son la única mujer con la que yo compartiría a Alejandro…parece
que así lo entendieron y un rápido zig-zag de un rayo
de luna entre una nube, fue el guiño de complicidad que todas
compartimos… llegamos al departamento de Alejandro y el
coqueteo de las calles se hizo concreto; el devenir borrascoso
de las Castillas y de los Aragones se suavizó primero con el ondeo
de los cuerpos y luego enloqueció en la crispación confiada
de las manos
–vuestro idilio fue pleno e intenso en toda su amplia irradiación,
Señora; como si el destino hubiera querido daros toda la felicidad
que hasta entonces os había negado
−…creo que sí…tuve de todo: noches convertidas en las más leales
compinches, días claros y llenos de percepciones diferentes,
aprendizajes de cosas que hasta entonces nunca habían sido
motivo de atención por mi parte…todo fue ideal, demasiado
perfecto para ser cierto o para durar…el fin de semana lo dediqué
a tabular y analizar las encuestas; lo hice en el departamento
de Alejandro, quien me dictaba la información contenida
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