DIALOGOS EN LA MORGUE

número no elegido por nadie es ya una gran ventaja para la casa,
no en cada jugada, pero sí en el largo plazo, a medida que las
jugadas se van acumulando unas encima de otras; de este modo,
si el hombre promedio tiene más fuerza física que la mujer
promedio, siendo igual a nosotras en cuestiones de inteligencia,
carácter y los demás atributos, sin duda, tienen una ventaja
real. Pero esa ventaja puede ser compensada, creo que siempre
lo ha sido, por otras que nosotras poseemos y que ellos no
–¿…?
–la mujer promedio posee un grado de astucia que el hombre
pro-medio no tiene; una sutileza que el otro desconoce y una
intuición que el hombre ni siquiera sospecha. Por supuesto que
hay hombres que tienen estas características, incluso en proporción
mayor a la mujer, pe-ro son hombres cuyas hormonas
no están muy bien balanceadas, unas con las otras. El hombre
promedio no las contabiliza en esa proporción, algo que he podido
comprobar en mis relaciones con los diferentes individuos
con los que he salido; más aún, creo que puedo afirmar que
mientras un hombre es más “hombre”, menos astucia tiene;
usando tu lenguaje estadístico, podría decirse que hay una relación
inversa entre la astucia y la condición de ser hombrehombre
–… creo que tienes razón… un hombre de astucia fina parece
flexuoso, da la impresión de ser reptiloso y, en ambos caso, detestable
–pero también creo que somos más conservadoras en cuestiones
de moral y esas cosas, algo que muestra una contradicción
extraña, pues nosotras deberíamos ser las más revolucionarias
en los cambios sociales y culturales, especialmente en lo
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