DIALOGOS EN LA MORGUE

mal... en cada una de sus gamas lo maligno perece y es arrojado
al espacio, por eso es que los hombres no se acercan al fuego, si
lo hicieran, el mal se arroparía en ellos para siempre… lo maligno
se retuerce y porfía quedarse en el espíritu de algún mortal,
pero nadie le ofrece abrigo y tiene que ir al vacío del arriba,
del muy arriba… cuando el último vestigio del mal ha sido
arrojado por el humo de los fetos, cardos y hojas de menta, los
hombres vuelven y lanzan confites a los cuartos de adobe, confites
que ruedan por el suelo dejando estelas de colores; nadie
debe alzar esos confites, sólo el tiempo sabrá recogerlos y hacer
de ellos el germen de la nueva vida… ha llegado la hora de
mostrar las casas donde la muerte ha llegado traída por manos
humanas, donde el crimen ha profanado la pureza de la Pachamama;
entonces, los techos empiezan a chorrearse, como alquitrán
caliente y pegajoso que se derrite ante el peso de la culpa
del hombre… nadie podrá vivir en el aire herido por el crimen;
los adobes se calcinarán, uno a uno, y las paredes caerán en
montones de adobe quemado; la mano que había sido la causa de
la muerte intencionada empezará a temblar y de ella surgirán
gusanos verdes que corroerán las uñas y los dedos; el criminal
gritará en son de piedad, pero los muñones sangrantes aparecerán
muy pronto allí donde antes había manos; por esos muñones
escapará el alma ululando letanías aprendidas del diablo; el criminal
quedará sin alma y sin manos; nadie lo alimentará y el
tiempo recogerá lo que las lombrices dejen después de haberlo
devorado vivo; las fogatas serán prendidas en los otros cuartos
y otra vez el humo de fetos de llama secuestrará al maligno,
para llevarlo hasta el confín donde terminan todos los confines;
los hombres y las mujeres beberán trago, mascarán coca y luego
cada pollera será alzada por la urgencia del hombre vuelto
169