DIALOGOS EN LA MORGUE

mentos puedan transmitir; pero tienes razón, los diamantes
causan una atracción casi hipnótica que parece afectarnos, por
sobre todo, a las mujeres; sin embargo, una observación más
detenida del fenómeno muestra que no es la mera contemplación
del objeto lo que embelece, sino el contacto directo de la
piedra con la carne; lo mismo sucede con las pieles finas y los
perfumes y las ropas suaves y bellas, hay en su contacto una
sensación, si no sexual, por lo menos sensual, que transporta en
delicia y placer
–…las mujeres gozamos más de las cosas bellas, en eso los
hombres no nos superan… nos gustan los olores suaves, los perfumes,
las flores, los colores delicados y balanceados; disfrutamos
con mayor deleite de la buena música, del ballet, del teatro
y de ópera; del cine y del paisaje
–y sin embargo tenemos que casarnos con los sarnas a quienes
no les llega el placer que produce un ramo de flores, un
perfume suave o una escena del “Lago de los Cisnes”
–…inclusive, cuando nos bañamos, sentimos una especie de
placer sensual que el hombre no siente; por ello, el baño es para
nosotras una especie de ritual que nos causa un placer que nosotras
quisiéramos extender al máximo
–en cambio, el hombre se baña con la actitud de quien va al
dentista y debe terminar de una vez; los hombres soportan muchas
cosas, pero muy pocos son los que aguanten dos sesiones
de tina o de ducha en un mismo día
…la conversación siguió esos vericuetos impresionistas a través
de los que encontramos cierto desahogo emocional…por supuesto
hay que tomar en cuenta que el whisky y el vodka allanaron
mucho el camino
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