DIALOGOS EN LA MORGUE

puso Patton) que los otros mueran por la suya. Análogamente,
diremos que la obligación de un empresario no es atender al
cliente con la máxima eficiencia, es evitar que otra empresa lo
atienda. La estrategia de los políticos en función de gobierno,
por su parte no es servir al pueblo, es evitar que otros lo sirvan
He ahí algo que nunca habíamos pensado, dedicados como
estábamos a interpretar la idea tradicional de que un empresario
se ocupaba de mantener contento al cliente
Hay muchas cosas que la gente común no piensa; por ejemplo,
no debe encontrarse incompatibilidad entre lo que acaba
usted de decir y lo que sostengo: se mantiene contento al cliente
porque se le dice lo que debe hacer y qué debe comprar. La
gente común no está hecha para tomar decisiones; huye de esa
responsabilidad con el instinto del que huye de la paternidad
responsable. El cliente es un niño ante un mostrador de golosinas
Nos imaginamos que a la larga, el bienestar de la humanidad
debería ser el objetivo común de todos, incluyendo a los empresarios
Es preciso preguntarse por qué razón el deber de una persona
sería esforzarse por el bien de la humanidad. En principio,
ningún postulado parecería más extraño a la percepción del empresario,
dado que él se desenvuelve en el mundo en el que la
impronta fundamental es la competencia. Es por la competencia
y para la competencia que el empresario vive, actúa y palpita.
Su contextura emocional está impregnada de la necesidad de
eliminar al contrario, no de ayudarlo a que viva mejor. En esto
también se parece al político y al militar: ninguno de los tres
tiene en el horizonte el bienestar de nadie, excepto del propio,
dado que viven en un mundo en el que cada minuto trae un nuevo
53