DIALOGOS EN LA MORGUE

le pregunté dónde guardaba sus obras y por qué no las había
publicado
–nunca se me había ocurrido que mis obras pudiesen ser publicadas;
a diferencia de las tesis y ensayos que debo escribir
como catedrático, los que deben tener una calidad de excelencia
para ser publicados, mis creaciones literarias son escritas
sólo con el afán deleitarme con ellas, tal como hacen los coleccionistas
de cosas raras
–…la analogía con los coleccionistas va más allá, pues, con el
objeto de gozar de lo que se posee en exclusividad, se priva de
ese gozo a todos los demás
–la verdad es que nunca pensé que mis obras pudiesen interesar
a alguien, habiendo escritores tan grandes
–…¿recuerdas cuando te pregunté, durante nuestros primeros
encuentros de chateo por computadora, que opinabas sobre
la expresión “la humildad es para los harapos, la soberbia para
la estupidez, en el medio siempre hay un grado de dignidad que
nos pertenece”?
–¡claro que sí! recuerdo que me pareció una frase muy bien
concebida y muy bien expresada
–…lo dijo mi marido; un hombre al que me fue imposible amar
pero al que es imposible no admirar…su tenacidad y disciplina
en el diseño de su propio destino le quitó gran parte de su humanidad,
es cierto, pero le otorgó el valor y la fuerza para luchar
contra todos los que son iguales que él…a ti te amo y te
admiro por todo lo opuesto que tienes con relación a mi marido,
pero debo traer algo de él para que nos ayude: la confianza en
todo lo que haces, tal como debe ser hecho y como sólo tú puedes
hacerlo… no quiero, cariño mío, ponerte parches con re-
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