DIALOGOS EN LA MORGUE

vestirme con esmero; quería estar linda, especialmente linda…
al darme cuenta de ello, me sorprendí; me sorprendí agradablemente:
el delfín de la corporación (¡Corporación!) me invitaba
a salir en una cita formal y yo no debía olvidarme de que,
después de todo, era una mujer, aparentemente con capacidad
para atraer la atención de los hombres, algo que satisface a
cualquier mujer, por más mojigata que sea… como muy pocas
veces antes, el acto de vestirme se convirtió casi en un ritual
frente al espejo: sentía, con delicia, el roce de la seda y la textura
de los colores; sentía, con una especie de excitación sensual,
la caricia de las medias y el brillo de las gemas (adopta un
aire de confidencia) hubo inclusive el pálpito gozoso de algo parecido
a la lujuria, al ponerme el corpiño
–La primera cita ha debido ser espectacular, dados los preparativos
previos al encuentro
–…fue muy gratificante; lleno de energía y de lo que llaman
“glamour” puesto que me llevó (¡por supuesto!) al mejor restaurante
de la ciudad, donde fue saludado y fui presentada, debidamente
cumplementada y atendida…pidió los platos, los vinos y
los postres, los que estuvieron deliciosos…la conversación no
pudo abstraerse, finalmente, de cuestiones que tenían que ver
con la tarea común en la corporación (¡Corporación!) repasamos
a los grandes estrategas del pasado, coincidiendo en la opinión
de que la estrategia empresarial participa de los mismos principios
que rigen la estrategia militar…así nos acordamos de Sun
Tzu y su famoso principio de que es preciso resolver las dificultades
antes de que aparezcan y vencer al enemigo, antes de que
éste se con-vierta en una amenaza real…el diálogo sobre el tema
se desarrollaba más o menos como sigue:
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