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DIALOGOS EN LA MORGUE

El desarrollo de la novela se realiza en una morgue, la que sirve de sala de reuniones a unos seres extraños y con el poder de convocar el pasado. En una de las paredes de la morque hay una pantalla donde aparecen, intermitentemente, los personajes para contar sus respectivas versiones de los hechos. El nombre principal de la novela es “Diálogos en la Morgue” y lleva el Subtítulo de “Jennifer: Historia de un Adulterio” La obra relata la historia de ese adulterio.

El desarrollo de la novela se realiza en una morgue, la que sirve de sala de reuniones a unos seres extraños y con el poder de convocar el pasado. En una de las paredes de la morque hay una pantalla donde aparecen, intermitentemente, los personajes para contar sus respectivas versiones de los hechos. El nombre principal de la novela es “Diálogos en la Morgue” y lleva el Subtítulo de “Jennifer: Historia de un Adulterio”
La obra relata la historia de ese adulterio.

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con cualquiera que se atreviese a molestarme o a hablar mal de<br />

mí… pero creo que lo hacía para demostrar su valentía y la eficiencia<br />

con la que supuestamente me protegía (no había rencor,<br />

ni en la voz, ni en el tono, ni en la emoción del rostro; sólo había<br />

cambios de resplandores en los rasgos; cambios de tonos dulces<br />

a otros tonos también dulces: era una mujer hecha de pedazos<br />

de azul) tenía tres cosas que adoraba y que realmente sentía<br />

mías: mi perrito (se llamaba Espúler (Spooler)) mi tortuguita<br />

(se llamaba la Loca Hortensia) y mi muñeca (doña Clotilde)<br />

Cuando estábamos los tres, nada era mejor, puesto que teníamos<br />

la tranquilidad de las horas que danzaban para nosotros, en<br />

una especie de flujos que iban y volvían para llevar y recoger<br />

más tiempo… Espúler era el gran alborotero, especialmente<br />

cuando anunciaba que ya había llegado la hora de salir. Entonces<br />

lo hacíamos, de tal manera, que a los transeúntes debió parecerles<br />

la caravana de vanguardia que anunciaba algún pequeño<br />

circo de pueblo: Espúler iba al frente, marcando sus territorios<br />

con inspecciones de gran estratega; atrás quedábamos la Loca<br />

Hortensia, yo y doña Clotilde, para llevar el paso de la tortuguita…<br />

con intermitencia de minutero, Espúler volvía hacia nosotros<br />

y lamía la caparazón de la tortuguita... no; no era para que<br />

se apurase, sino para hacerle saber que no se preocupara, que<br />

tenía todo el tiempo de la mañana para hacerlo (o de la tarde)<br />

luego se volvía a mí para asegurarse de que todo estuviera en<br />

orden, como diciéndome que no me preocupara, que él estaba<br />

allí para protegerme… al final, cuando creía que no habría ningún<br />

problema, tornaba a su inspección y a la tarea de marcas<br />

nuevos territorios o de remarcar aquéllos que hubiesen sido<br />

irrumpidos (la ternura de la mujer hecha imagen hacía ruborizar<br />

la pantalla. Su mirada parecía tener densidad cuando la di-<br />

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