DIALOGOS EN LA MORGUE

con el enemigo vencido, piensen en lo que ellos les harían a ustedes
en las mismas circunstancias; recuerden a sus esposas, a
sus hijos y a los compatriotas, quienes no tienen a nadie en
quien confiar, excepto nosotros. Cuando llenen vuestros cerebros
y vuestros corazones con todo eso, se darán cuenta de que
no habrá lugar para el perdón”. La situación es la misma entre
empresarios: ambos tienen la obligación de considerar al otro
como al enemigo y tratarlo como a tal. Ambos son responsables
ante sus accionistas, los que les han confiado sus ahorros para
que produzcan dividendos; los accionistas no han confiado en
nadie más sino en nosotros. Por todo ello es que en un buen negociador
de empresas, la compasión no tiene lugar; en realidad,
la compasión para con el enemigo es un acto de terrible deslealtad
para con los accionistas propios; más aún, es un acto de
traición
–…
–La diferenciación que haces es muy pertinente: una cosa es
sentir compasión, pero no ceder ante ella por la lealtad que se
tiene con los nuestros y otra es no sentir compasión en modo
alguno. Por lo general, se empieza por lo primero y se termina
con una especie de nihilismo salvador, que te libera por completo
de cualquier complejo de culpabilidad. En esto estriba la
cualidad más importante del empresario: no sentir por los demás;
en realidad, no sentir por nada, no sentir por nadie, excepto
por el ritmo de los beneficios. Un empresario sentimental
es una no ubicuidad extraña y perversa; un desdoblamiento maligno
del ser; maligno y antinatural
–…¿qué pasaría en el caso hipotético en que tuvieras que elegir
entre llevar adelante un hogar y concretar la comprareingeniería-venta
de una empresa?
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