DIALOGOS EN LA MORGUE

de la tarde…me pareció una hora fatídica y que habría de ser
anunciada por cinco campanadas de eco temblante, como cinco
lamen-tos que se resisten a perderse en el aire, para seguir
anunciando la hora de un crepúsculo adelantado que sentencia la
ocurrencia de algún suceso funesto y feroz…las cinco de la tarde;
una hora irrelevante que los ingleses usan para tomar el té;
una vertical que a último momento se retrocede en la esfera
del reloj; los cinco anillos olímpicos, férreos en su ligazón mutua,
representando la superación del cuerpo-mente y logran-do
nuevas conquistas para la especie; los cinco sentidos alertas en
busca de la vida por el tacto…después de la ducha vino el dilema
de los vestidos: ¿cuál, el perfecto para la cita con las llamas de
la hoguera y los carbones encendidos subiendo por mi
seno?...blanco? azul? rojo? Vestido? falda? joyas?...quería estar
realmente hermosa; quería ser la imagen que se estampara por
siempre en la retina y la imaginación de ese primer encuentro
furtivo; quería ver mi hermosura tatuada en su asombro… ¿le
pareceré hermosa? centellará su mirada al primer vistazo escudriñador?
acelerará mi pálpito su latido? ...vino mi amiga y me
tomó a su cargo; cuando terminó, todo motivo de incertidumbre
se volvió pálido y escaso de importancia
–tu belleza natural resplandece; ese resplandor único es el
sello que la felicidad anticipada pone en tu rostro y en tu cuerpo.
No habrá hombre cuyo pulso no se acelere ante la marcha
de tu paso. No importa dónde vayas, tu ingreso cambiará el ambiente,
al hacerlo eléctrico, deslumbrante y magnético, al mismo
tiempo
−…con palabras de aliento como esas no hubo lugar a la duda...
final-mente, decidimos que iríamos juntas; ella me acompañaría
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