DIALOGOS EN LA MORGUE

naba por objetivarse en una obra de alcances desconocidos; tan
fuerte fue su conjuro y tan grave su insistencia, que decidí
convertirme en una protectora, en alguien que lo protegería en
todo y en no importara dónde; yo, que siempre había sido protegida
y nunca protectora; yo, que hasta mi perrito Espúler se
había impuesto la tarea de protegerme, estaba segura de que
mi tarea de mujer era hacer que él realizara toda su plenitud
de hombre….ya te dije alguna vez que yo sentía que había nacido
para ser la última mujer; ahora sentí que se generaba en mí
una gran alegría al saber que mi misión histórica de mujer, como
la última de ellas, era ser la fuerza catalizadora para que un
hombre, mi hombre, realizara su razón de ser…no, no me siento
disminuida ni inhibida por ello, dado que nadie me obliga a serlo
sino mi propia satisfacción y disposición emocional y anímica…amiga
mía, yo quiero ser mujer, mujer íntegra, haciendo que
él realice plenamente su capacidad de hombre íntegro; quiero
ser la artesana, la orfebre que haga una obra maestra de Alejandro
–¿…?
–…el hombre por antonomasia; el nuevo hombre; así yo, la última
mujer, mostraré al mundo la imagen del hombre nuevo; el
prototipo del hombre sensible y libre de complejos
–tu entusiasmo es contagioso, aunque todavía no estoy segura
de que le hayas provisto de bases fuertes y seguras en las
que se apoye libre de incertidumbre, dado que sólo ha pasado
una noche desde que estuviste con él y, por más intensa que haya
sido, no parece suficiente para plantar allí alguna piedra
inaugural de alguna obra sólida, duradera y debidamente cimentada
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