El club de los negocios raros - Chesterton
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
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sublimes <strong>de</strong>rroteros. Ahora bien, el hombre que siente el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> una vida variada,<br />
satisface una suma anual o trimestral a la Agencia <strong>de</strong> Aventuras, y ésta por su parte se<br />
encarga <strong>de</strong> ro<strong>de</strong>arle <strong>de</strong> acontecimientos fantásticos y sorpren<strong>de</strong>ntes. Cuando el hombre en<br />
cuestión sale <strong>de</strong> casa, se le acerca un individuo excitadísimo que le asegura que existe un<br />
complot contra su vida, o bien el hombre coge un coche y se ve conducido a un fuma<strong>de</strong>ro<br />
<strong>de</strong> opio, o recibe un telegrama misterioso o una visita dramática, e inmediatamente se<br />
encuentra envuelto en una vorágine <strong>de</strong> acontecimientos. Para empezar, uno <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />
distinguidos novelistas que en estos momentos trabajan atareadísimos en la habitación <strong>de</strong><br />
al lado, escribe una historia interesantísima y emocionante. La <strong>de</strong> usted, comandante<br />
Brown (que se <strong>de</strong>be a la pluma <strong>de</strong> nuestro colaborador, el señor Grigsby), es a mi parecer<br />
<strong>de</strong> un interés y una perfección notables. Casi es una lástima que no vea usted el final. No<br />
creo que tenga que exten<strong>de</strong>rme ya mucho para explicar el monstruoso error. Su<br />
pre<strong>de</strong>cesor en la casa que usted ocupa ahora, el señor Gurney-Brown, estaba suscrito a<br />
nuestra agencia, y nuestros negligentes empleados, ignorando por igual la dignidad <strong>de</strong>l<br />
guión y <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong> la graduación militar, se imaginaron, sin duda, que el comandante<br />
Brown y el señor Gurney-Brown eran la misma persona. Debido a esto se ha visto usted<br />
sumergido <strong>de</strong> pronto en una tragedia ajena.<br />
-¿Cómo <strong>de</strong>monios pue<strong>de</strong> funcionar una agencia tan extraordinaria? -preguntó Rupert<br />
Grant con <strong>los</strong> ojos chispeantes y fascinados.<br />
-Nosotros creemos realizar una noble empresa -respondió Northover con ardor-.<br />
Constantemente nos ha obsesionado la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que no hay en la vida mo<strong>de</strong>rna nada más<br />
lamentable que el hecho <strong>de</strong> que el hombre mo<strong>de</strong>rno tiene que satisfacer todas las<br />
exigencias artísticas <strong>de</strong> una manera se<strong>de</strong>ntaria. Si <strong>de</strong>sea volar al país <strong>de</strong> las hadas lee un<br />
libro, y lo mismo hace si quiere sumirse en el fragor <strong>de</strong> las batallas, o elevarse a <strong>los</strong><br />
cie<strong>los</strong>, o salvar toda clase <strong>de</strong> obstácu<strong>los</strong>. Nosotros le proporcionamos todas esas visiones,<br />
pero al mismo tiempo le obligamos a vivirlas, colocándole en la necesidad <strong>de</strong> saltar<br />
tapias, <strong>de</strong> pelearse con individuos extraños, <strong>de</strong> huir por largas calles <strong>de</strong> turbios<br />
perseguidores..., todos el<strong>los</strong> ejercicios divertidos y saludables. Así le hacemos saborear<br />
un <strong>de</strong>stello <strong>de</strong>l mundo grandioso <strong>de</strong> Robin Hood y <strong>los</strong> caballeros andantes, en el que<br />
tenían lugar sublimes hazañas bajo un espléndido cielo. Así también le hacemos volver a<br />
<strong>los</strong> días <strong>de</strong> su infancia, esa divina edad en que po<strong>de</strong>mos vivir con la imaginación, ser<br />
nuestros propios héroes, y al mismo tiempo bailar y soñar.<br />
Basil le contemplaba con curiosidad. <strong>El</strong> <strong>de</strong>scubrimiento psicológico más singular había<br />
quedado reservado para el final, pues al pronunciar sus últimas palabras, el hombrecillo<br />
<strong>de</strong> <strong>negocios</strong> tenía la mirada fulgurante <strong>de</strong> un fanático.<br />
<strong>El</strong> comandante Brown acogió la explicación con gran sencillez y muy buen humor.<br />
-Bien argumentado, caballero, por supuesto -dijo-. No cabe duda, la i<strong>de</strong>a es excelente;<br />
pero no creo... -se <strong>de</strong>tuvo un momento y miró por la ventana con aire soñador-. No creo<br />
que a mí me convenza. La verdad es que cuando uno ha visto la cosa con sus propios<br />
ojos, ¿compren<strong>de</strong>...?, la sangre, <strong>los</strong> hombres muriendo, lo que uno quiere es tener una<br />
casita y una pequeña chifladura. Como dice la Biblia: «Allí encontrarás el <strong>de</strong>scanso».<br />
Northover le hizo una reverencia. Después, tras una breve pausa, agregó:<br />
-Señores, les ofrezco mi tarjeta. Si alguno <strong>de</strong>sea recurrir a mis servicios en cualquier<br />
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