El club de los negocios raros - Chesterton
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
el bigote feroz <strong>de</strong>l teniente, cuyos dientes relucían con aquel brillo meridional que le<br />
caracterizaba.<br />
Atónitos y sin habla, Rupert y yo nos introdujimos pesadamente por la abertura y nos<br />
encontramos bajo el fulgor <strong>de</strong> una lámpara que iluminaba una minúscula habitación llena<br />
<strong>de</strong> almohadones, con una pared circular repleta <strong>de</strong> libros y una mesa redonda ro<strong>de</strong>ada por<br />
un diván. A esta mesa estaban sentados tres hombres. Uno era Basil, que en cuanto había<br />
llegado había asumido una actitud <strong>de</strong> marmórea <strong>de</strong>senvoltura, como si hubiera vivido allí<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la infancia, y que saboreaba con <strong>de</strong>leite un magnífico cigarro. <strong>El</strong> segundo era el<br />
teniente Drummond Keith, que también parecía satisfecho, aunque al lado <strong>de</strong> su granítico<br />
visitante resultaba inquieto y febril. Y el tercero era el viejo agente <strong>de</strong> fincas que <strong>de</strong>cía<br />
llamarse Montmorency. Las lanzas, el paraguas ver<strong>de</strong> y la espada militar colgaban<br />
paralelas <strong>de</strong> la pared. <strong>El</strong> jarrón sellado <strong>de</strong> exótico vino se hallaba encima <strong>de</strong> la chimenea,<br />
y la enorme escopeta en un rincón. En el centro <strong>de</strong> la mesa había una botella gran<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />
champaña, y ya estaban preparados nuestros vasos.<br />
<strong>El</strong> viento <strong>de</strong> la noche rugía bajo nuestros pies como un océano al pie <strong>de</strong> un faro. La<br />
habitación se estremecía ligeramente como el camarote <strong>de</strong> un barco en mar tranquila.<br />
Se llenaron <strong>los</strong> vasos, pero nosotros permanecimos aún <strong>de</strong>slumbrados. Al fin, Basil<br />
habló:<br />
-Todavía pareces un poco incrédulo, Rupert. Sin embargo, no creo que pueda ponerse en<br />
duda la absoluta veracidad <strong>de</strong> nuestro calumniado huésped.<br />
-No acabo <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r -dijo Rupert parpa<strong>de</strong>ando aún bajo <strong>los</strong> efectos <strong>de</strong> la repentina<br />
luz-. <strong>El</strong> teniente Keith dijo que vivía...<br />
-No hay error posible, caballero -dijo Keith con una franca sonrisa-. <strong>El</strong> agente me<br />
preguntó dón<strong>de</strong> vivía, y yo le dije, con toda exactitud, que vivía en <strong>los</strong> olmos <strong>de</strong> Buxton<br />
Common, cerca <strong>de</strong> Purley. Es la verdad. Este caballero, señor Montmorency, al que creo<br />
que ya conoce usted, es un agente que proporciona casas <strong>de</strong> esta naturaleza. Está<br />
especializado en la construcción <strong>de</strong> fincas arbóreas. Por el momento no tiene mucho<br />
trabajo, porque la gente no acepta este tipo <strong>de</strong> casas, no quiere que se hagan <strong>de</strong>masiado<br />
populares. Pero un hombre como yo, que anda recorriendo todos <strong>los</strong> rincones extraños <strong>de</strong><br />
Londres, no tenía más remedio que tropezar con esto.<br />
-¿De verdad es usted constructor <strong>de</strong> fincas arbóreas? -preguntó Rupert con interés,<br />
familiarizándose <strong>de</strong> nuevo con la novelesca realidad.<br />
En su azoramiento, el señor Montmorency se metió <strong>los</strong> <strong>de</strong>dos en un bolsillo y extrajo con<br />
nerviosidad una pequeña serpiente que comenzó a arrastrarse por encima <strong>de</strong> la mesa.<br />
-Pues... sí, señor -repuso-. <strong>El</strong> hecho es... que mi familia tenía mucho interés en que me<br />
hiciera agente <strong>de</strong> fincas, pero yo no me he interesado nunca nada más que por la historia<br />
natural, la botánica y cosas por el estilo. Hace algunos años murieron mis padres y...<br />
naturalmente, he querido respetar sus <strong>de</strong>seos. Entonces se me ocurrió pensar que si ponía<br />
una agencia <strong>de</strong> fincas arbóreas podía ser una cosa intermedia entre botánico y<br />
constructor.<br />
Rupert no pudo por menos que reírse.<br />
-¿Tiene usted muchos clientes? -preguntó.<br />
Página 59