24.07.2018 Views

El club de los negocios raros - Chesterton

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>de</strong> vieja y a tomar parte en un crimen con ese disfraz. Nunca. Mi experiencia podrá ser<br />

pequeña, podrá ser insuficiente, pero eso no me había ocurrido nunca hasta ahora.<br />

-Jamás he creído -dije yo- que eso formara parte <strong>de</strong> las obligaciones <strong>de</strong> una eclesiástico,<br />

pero yo no estoy muy al tanto <strong>de</strong> las cuestiones religiosas. Dispénseme si no le he<br />

entendido bien. ¿De qué dice usted que le han vestido?<br />

-¡De vieja! -dijo el vicario solemnemente-. ¡De vieja!<br />

En mi fuero interno pensaba que no hacía falta gran cosa para transformarle en una vieja,<br />

pero evi<strong>de</strong>ntemente la cosa tenía más <strong>de</strong> trágica que <strong>de</strong> cómica, por lo que le dije<br />

respetuosamente:<br />

-¿Puedo saber cómo ha sido eso?<br />

-Empezaré por el principio -dijo el señor Shorter- y le referiré mi historia con la mayor<br />

exactitud posible. Esta mañana, a las once y diecisiete minutos salí <strong>de</strong> la vicaría para<br />

aten<strong>de</strong>r ciertos compromisos y hacer ciertas visitas en el pueblo. Al primero que visité<br />

fue al señor Jervis, tesorero <strong>de</strong> nuestra Liga <strong>de</strong> Recreos Cristianos, con el cual resolví<br />

algunos asuntos referentes a la reclamación presentada por el jardinero Parkes acerca <strong>de</strong>l<br />

allanamiento <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> tenis. Después fui a visitar a la señora Arnett, una mujer<br />

piadosísima que no pue<strong>de</strong> moverse <strong>de</strong>l lecho. Es autora <strong>de</strong> varias obritas <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción y<br />

<strong>de</strong> un libro <strong>de</strong> versos titulado, si la memoria no me es infiel: «Englantina».<br />

<strong>El</strong> vicario exponía todos estos <strong>de</strong>talles no ya <strong>de</strong>liberadamente, sino con una <strong>de</strong>liberación<br />

apasionada, si cabe tan contradictoria expresión. Me imagino que se acordaba vagamente<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>tectives <strong>de</strong> las novelas policíacas, que exigen siempre con toda seriedad que no<br />

se olvi<strong>de</strong> ningún pormenor.<br />

-Después -prosiguió con la misma enloquecedora minuciosidad- pasé a visitar al señor<br />

Carr (no a James, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, sino a Robert), que es provisionalmente el ayudante <strong>de</strong><br />

nuestro organista y consulté con él sobre el caso <strong>de</strong> un muchacho <strong>de</strong>l coro, al que se le<br />

acusa, aún no sé si con justicia o no, <strong>de</strong> haber agujereado <strong>los</strong> cañones <strong>de</strong>l órgano.<br />

Finalmente, me presenté en una reunión <strong>de</strong> la sociedad Dorcas, que se celebraba en casa<br />

<strong>de</strong> la señorita Brett. Las reuniones <strong>de</strong> la sociedad Dorcas suelen celebrarse en la vicaría,<br />

pero como mi mujer se hallaba indispuesta, la señorita Brett, recién llegada al pueblo,<br />

pero muy diligente en el cumplimiento <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>beres religiosos, había ofrecido<br />

bondadosamente su casa. La sociedad Dorcas está dirigida por mi esposa, y aparte <strong>de</strong> la<br />

señorita Brett, que como ya he dicho es muy diligente, no conozco apenas a ninguno <strong>de</strong><br />

sus miembros. Sin embargo había prometido asistir a su reunión, y así lo hice. Cuando<br />

llegué allí sólo había otras cuatro solteronas con la señorita Brett, pero todas ellas estaban<br />

cosiendo afanosamente. Des<strong>de</strong> luego, por mucho que se comprenda la necesidad <strong>de</strong> hacer<br />

en estos casos una minuciosa y exacta exposición <strong>de</strong> <strong>los</strong> hechos, resulta en extremo difícil<br />

recordar y repetir <strong>los</strong> pormenores <strong>de</strong> una conversación que, aunque inspirada por un celo<br />

admirable y digno <strong>de</strong> loa hacia las buenas obras, era <strong>de</strong> tal naturaleza que no impresionó<br />

gran cosa al oyente en aquel entonces, porque giraba mayormente acerca <strong>de</strong>... ¡hum!...<br />

acerca <strong>de</strong> las medias. Sin embargo, recuerdo perfectamente que una <strong>de</strong> las solteronas (era<br />

una mujer <strong>de</strong>lgada, con una toquilla <strong>de</strong> lana, que parecía sentir el frío y estoy seguro <strong>de</strong><br />

que se llamaba señorita James), hizo notar que el tiempo estaba muy variable. Después, la<br />

señorita Brett me ofreció una taza <strong>de</strong> té que yo agra<strong>de</strong>cí no recuerdo con qué palabras. La<br />

Página 34

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!