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El club de los negocios raros - Chesterton

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

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veces a una puerta mugrienta y muy baja <strong>de</strong> la lúgubre y sombría calle, la cual, al abrirse<br />

lentamente, proyectó en las tinieblas el lívido fulgor <strong>de</strong> una lámpara <strong>de</strong> gas. Aguzamos el<br />

oído, pero la entrevista no pudo ser más breve, más lacónica ni más inexplicable. Nuestro<br />

exquisito amigo tendió una cosa que parecía un papel o una tarjeta y dijo:<br />

-Enseguida. Coja un coche.<br />

Una voz pesada y profunda contestó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el interior: -Perfectamente.<br />

Y con un golpe seco nos hallamos <strong>de</strong> nuevo en las tinieblas, caminando en pos <strong>de</strong>l<br />

extraño individuo a través <strong>de</strong> un laberinto <strong>de</strong> callejuelas londinenses pésimamente<br />

iluminadas. No eran más que las cinco, pero entre el invierno y la niebla parecía que<br />

estábamos en plena noche.<br />

-Verda<strong>de</strong>ramente es éste un paseo extraordinario para llevar esas botas <strong>de</strong> cuero -insistí<br />

yo.<br />

-No se qué <strong>de</strong>cir -repuso Basil mo<strong>de</strong>stamente-. Termina en Berkeley Square.<br />

Según caminábamos, escudriñé la impenetrable atmósfera, esforzándome por comprobar<br />

si era ésta la dirección que seguíamos. Durante diez minutos estuve preguntando y<br />

titubeando, pero al fin me convencí <strong>de</strong> que mi amigo tenía razón. Nos aproximábamos a<br />

<strong>los</strong> lóbregos distritos <strong>de</strong>l Londres elegante, más lóbregos aún, es preciso confesarlo, que<br />

las lóbregas barriadas <strong>de</strong> <strong>los</strong> pobres.<br />

-¡Qué extraordinario es esto! -exclamó Basil Grant cuando <strong>de</strong>sembocamos en Berkeley<br />

Square.<br />

-¿Qué es lo extraordinario? -pregunté-. ¿No <strong>de</strong>cía usted antes que era muy natural?<br />

-No me extraña que ese hombre an<strong>de</strong> por calles sórdidas -contestó Basil-; no me extraña<br />

que venga a Berkeley Square, pero lo que sí me extraña es que vaya a casa <strong>de</strong> un nombre<br />

tan bueno.<br />

-¿Quién es ese hombre tan bueno? -pregunté exasperado.<br />

-<strong>El</strong> transcurso <strong>de</strong>l tiempo influye en la vida <strong>de</strong> una manera singular -dijo Basil con su<br />

imperturbable insensatez-. No diría la verdad si asegurara que he olvidado por completo<br />

<strong>los</strong> años en que era juez y hombre público. Al contrario, <strong>los</strong> recuerdo perfectísimamente,<br />

pero es algo así como si recordara una novela. Hace quince años yo conocía esta plaza<br />

tan bien como Lord Rosebery, y muchísimo mejor que ese hombre que sube ahora la<br />

escalinata <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong>l viejo Beaumont.<br />

-¿Quién es el viejo Beaumont? -pregunté en tono irritado.<br />

-Una bellísima persona. Lord Beaumont <strong>de</strong> Foxwood. ¿No le conoce usted? Es un<br />

hombre <strong>de</strong> una sinceridad absoluta, un noble que trabaja más que un gañán, un socialista,<br />

un anarquista y no sé cuántas cosas más. De todas formas, es un filósofo y un filántropo.<br />

Confieso que tiene el ligero inconveniente <strong>de</strong> no estar en sus cabales, eso es indiscutible.<br />

Tiene ese verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>fecto que ha nacido <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>rno culto al progreso y a la novedad,<br />

y cree que todo cuando sea nuevo y raro constituye forzosamente un avance. Si fuera<br />

usted a <strong>de</strong>cirle que se proponía comerse a su abuela, estoy seguro <strong>de</strong> que lo aprobaría<br />

siempre y cuando basara su pretensión en razones <strong>de</strong> higiene y utilidad pública, como por<br />

ejemplo, que eso es más conveniente que la cremación. Mientras lo que uno haga<br />

constituya un progreso importante, a él le da lo mismo que dicho proceso conduzca a las<br />

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