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El club de los negocios raros - Chesterton

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

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emoción?<br />

-No sería nada extraordinario -contestó Basil con tranquilidad-, no sería nada<br />

extraordinario, repito, si el profesor se hubiera vuelto loco. No es ésa la extraordinaria<br />

circunstancia a la que yo me refería.<br />

-¡Cómo! -exclamé dando una patada en el suelo-. ¿Pues cuál es esa circunstancia<br />

extraordinaria?<br />

-Esa extraordinaria circunstancia -dijo Basil llamando al timbre- es que no se ha vuelto<br />

loco <strong>de</strong> la emoción.<br />

La alta y elevada figura <strong>de</strong> la mayor <strong>de</strong> las hermanas <strong>de</strong>l profesor obstruyó la entrada al<br />

abrirse la puerta. Las otras dos hermanas parecían obstruir, asimismo, el estrecho pasillo<br />

y el reducido recibidor. Todo daba a enten<strong>de</strong>r que pretendían ocultar algo a la vista.<br />

Parecían tres damas enlutadas <strong>de</strong> algún extraño drama <strong>de</strong> Maeterlinck que ocultaran la<br />

catástrofe al auditorio, al estilo <strong>de</strong>l coro griego.<br />

-Siéntense, hagan el favor -dijo una <strong>de</strong> ellas con la voz algo tensa por el dolor-. Creo que<br />

será conveniente que se enteren primero <strong>de</strong> lo que ha pasado.<br />

Después, con un frío semblante vuelto incomprensiblemente hacia la ventana, prosiguió<br />

con voz mecánica e inalterable:<br />

-Será mejor que lo cuente todo tal y como ha sucedido. Esta mañana estaba yo retirando<br />

las cosas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sayuno. Mis hermanas se encontraban algo indispuestas y no se habían<br />

levantado aún. Mi hermano acababa <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> su cuarto, creo yo, en busca <strong>de</strong> un libro.<br />

Sin embargo, volvió poco <strong>de</strong>spués sin él, y se quedó un instante contemplando fijamente<br />

la apagada chimenea. Entonces le dije: «¿Buscas algo que yo te pueda traer?» No me<br />

contestó, cosa que ocurre constantemente porque siempre está muy abstraído. Le repetí la<br />

pregunta y siguió sin contestarme. A veces está tan absorto en sus meditaciones que hay<br />

que tocarle el hombro para que se dé cuenta <strong>de</strong> que le hablan, por lo cual di la vuelta a la<br />

mesa para acercarme a él. Les aseguro que no se cómo <strong>de</strong>scribir la sensación que<br />

entonces experimenté. Parece simplemente estúpido, pero era para per<strong>de</strong>r la cabeza. <strong>El</strong><br />

hecho es que James se sostenía sobre una sola pierna.<br />

Grant sonrió lentamente y se frotó las manos con cierta fruición.<br />

-¿Sobre una sola pierna? -repitió.<br />

-Sí -contestó la mujer, sin una inflexión que revelara que sentía todo lo que su afirmación<br />

tenía <strong>de</strong> fantástico-. Se sostenía sobre la pierna izquierda y tenía levantada la <strong>de</strong>recha en<br />

ángulo agudo, con la punta <strong>de</strong>l pie dirigida al suelo. Yo le pregunté si le dolía la pierna,<br />

pero por toda respuesta la estiró hasta formar un ángulo recto con la otra, como si<br />

señalase a la pared con elpie. A todo esto no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> mirar atentamente a la chimenea.<br />

Entonces, verda<strong>de</strong>ramente asustada, exclamé: «¿James, qué te pasa?» Mi hermano dio<br />

tres patadas en el aire con la pierna <strong>de</strong>recha, alzó luego la otra, dio otras tres patadas con<br />

ella y giró <strong>de</strong>spués en redondo como una peonza. «¿Estás loco? -exclamé-. ¿Por qué no<br />

me contestas?» Ahora se había plantado al natural y me miraba como lo hace siempre,<br />

con las cejas enarcadas y <strong>los</strong> ojos muy abiertos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>los</strong> anteojos. Cuando terminé <strong>de</strong><br />

hablar, se quedó unos instantes inmóvil, y <strong>de</strong>spués, por toda respuesta, levantó poco a<br />

poco el pie izquierdo y se puso a <strong>de</strong>scribir varios círcu<strong>los</strong> en el aire. Yo me precipité a la<br />

puerta y llamé a voces a mi hermana Christine. No quiero exten<strong>de</strong>rme sobre las terribles<br />

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