24.07.2018 Views

El club de los negocios raros - Chesterton

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

sin un céntimo hasta el próximo abril. ¿Podría usted prestarme cien libras? ¡Una bagatela!<br />

Rupert y yo nos miramos en un silencio irónico. Basil, que estaba sentado junto a su<br />

mesa, hizo girar la silla indolentemente sobre el pivote y echó mano a una pluma <strong>de</strong> ave.<br />

-¿Lo cruzo? -preguntó abriendo un talonario <strong>de</strong> cheques.<br />

-Pues claro -dijo Rupert con una energía algo nerviosa-, ya que el teniente Keith ha<br />

tenido a bien hacer esta indicación a Basil en presencia <strong>de</strong> su familia, yo...<br />

-Aquí tiene usted -dijo Basil agitando el cheque en dirección al <strong>de</strong>senvuelto oficial-. ¿Le<br />

corre mucha prisa?<br />

-Sí -repuso Keith con cierta brusquedad-. En realidad me hace falta ahora mismo. Tengo<br />

que ir a ver a mi... a mi agente <strong>de</strong> <strong>negocios</strong>.<br />

Rupert le contemplaba sarcásticamente, y yo adivinaba que le estaban entrando <strong>de</strong>seos <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>cirle: «¿Algún <strong>de</strong>positario <strong>de</strong> artícu<strong>los</strong> robados, quizá?» Pero lo que dijo fue:<br />

-¿Un Agente <strong>de</strong> <strong>negocios</strong>? La <strong>de</strong>scripción me parece un tanto vaga, teniente Keith.<br />

Keith se volvió a mirarle con viveza y dijo con cierto mal humor:<br />

-Es un pobre diablo, un agente <strong>de</strong> fincas. Ahora voy a verle.<br />

-¡Ah! ¿Va a ver a un agente <strong>de</strong> fincas, dice usted? -dijo Rupert Grant frunciendo el ceño-.<br />

¿Sabe usted, señor Keith, que tendría mucho gusto en acompañarle?<br />

Basil se estremeció sacudido por una risa silenciosa. <strong>El</strong> teniente Keith se sobresaltó un<br />

poco y su ceño se ensombreció bruscamente.<br />

-Perdone usted -dijo-, ¿qué ha dicho?<br />

La feroz ironía que se reflejaba en el semblante <strong>de</strong> Rupert había ido incesantemente en<br />

aumento.<br />

-Decía -contestó-, que quisiera saber si no le importaría que nosotros le acompañáramos a<br />

casa <strong>de</strong> ese agente <strong>de</strong> fincas.<br />

<strong>El</strong> visitante agitó el bastón en el aire con súbita y extraordinaria violencia.<br />

-¡Por Dios santo! ¡Vengan, pues, a casa <strong>de</strong> mi agente <strong>de</strong> fincas! ¡Vengan a mi cuarto!<br />

¡Miren <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> mi cama! ¡Examinen mi baúl! ¡Vamos!<br />

Y con una energía furibunda que nos <strong>de</strong>jó sin aliento, salió enojadísimo <strong>de</strong> la estancia.<br />

Rupert Grant, cuyos inquietos ojos azules bailaban <strong>de</strong> entusiasmo <strong>de</strong>tectivesco, no tardó<br />

en hallarse a su lado y se puso a hablarle con esa franca camara<strong>de</strong>ría que él creía el<br />

a<strong>de</strong>cuado trato <strong>de</strong>l policía disfrazado al disfrazado criminal. Su interpretación <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

hechos se veía sin duda corroborada por un <strong>de</strong>talle singular, esto es, por la inquietud, la<br />

nerviosidad y el enojo inequívocos <strong>de</strong>l hombre con quien caminaba. Basil y yo corríamos<br />

<strong>de</strong>trás, y no fue necesario que dijéramos que ambos habíamos reparado en aquello.<br />

<strong>El</strong> teniente Drummond Keith nos condujo por barriadas sumamente extraordinarias y<br />

poco prometedoras en busca <strong>de</strong> su pintoresco agente <strong>de</strong> fincas. Los hermanos Grant no<br />

<strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> advertir este hecho. A medida que las calles se tornaban más angostas y<br />

tortuosas, y <strong>los</strong> tejados eran más bajos y más lodo obstruía <strong>los</strong> arroyos, más honda era la<br />

curiosidad que oscurecía el ceño <strong>de</strong> Basil, en tanto la figura <strong>de</strong> Rupert, vista por <strong>de</strong>trás,<br />

parecía llenar la calle con la creciente ostentación <strong>de</strong> su triunfo. Por fin, al extremo <strong>de</strong> la<br />

cuarta o quinta callejuela gris <strong>de</strong> aquel sórdido barrio, hicimos algo <strong>de</strong> repente, y el<br />

Página 47

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!