24.07.2018 Views

El club de los negocios raros - Chesterton

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

abandonásemos aquella casa, sucedió otro acontecimiento enloquecedor que nos nubló el<br />

juicio por completo. Si a Rupert se le hubiera caído <strong>de</strong> repente la cabeza al suelo, si a<br />

Greenwood le hubieran empezado a nacer alas en <strong>los</strong> hombros, no creo que nuestra<br />

impresión hubiera sido mayor que la que experimentamos. Y, sin embargo, este hecho<br />

quedó sin explicación. Tuvimos que acostarnos aquella noche con el prodigio en la<br />

memoria, y levantarnos con él a la mañana siguiente, y soportarlo en nuestro espíritu<br />

durante semanas y meses. Como luego se verá, hasta mucho tiempo <strong>de</strong>spués no logramos<br />

verlo explicado, gracias a otro acci<strong>de</strong>nte, y por distinto conducto. Por el momento voy a<br />

limitarme a referir lo que sucedió.<br />

Cuando <strong>los</strong> cinco <strong>de</strong>scendimos la escalera <strong>de</strong>l sótano, Rupert a la cabeza y <strong>los</strong> dueños <strong>de</strong><br />

la casa <strong>de</strong>trás, encontramos la puerta <strong>de</strong>l calabozo cerrada <strong>de</strong> nuevo. Una vez abierta,<br />

vimos que la habitación estaba sumida otra vez en las más profundas tinieblas. La<br />

anciana señora, si es que seguía allí, había apagado el gas; al parecer sentía una<br />

preferencia fantástica por la oscuridad.<br />

Sin pronunciar palabra, Rupert encendió <strong>de</strong> nuevo la luz. La anciana señora volvió la<br />

cabeza <strong>de</strong> pájaro al sentirnos entrar atropelladamente. Después, con una vivacidad que<br />

casi me hizo dar un brinco, se puso en pie <strong>de</strong> un salto e hizo una especie <strong>de</strong> reverencia a<br />

la antigua usanza. Yo me volví a mirar a Greenwood y Burrows, a quienes supuse que iba<br />

<strong>de</strong>stinada aquella manifestación <strong>de</strong> servidumbre. Me irritaba pensar lo que esta sumisión<br />

significaba, y quería ver cómo la acogían <strong>los</strong> semblantes <strong>de</strong> <strong>los</strong> tiranos, pero para mi<br />

sorpresa ni siquiera dieron muestras <strong>de</strong> haberla visto; Burrows se estaba recortando las<br />

uñas con un pequeño cortaplumas, y Greenwood se hallaba <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> todos, y apenas<br />

había franqueado el umbral. Entonces se puso <strong>de</strong> manifiesto un hecho verda<strong>de</strong>ramente<br />

pasmoso: el que estaba a la cabeza <strong>de</strong>l grupo era Basil Grant, cuyo enérgico semblante y<br />

cuya figura recibían <strong>de</strong> lleno la dorada luz. En su rostro se dibujaba una expresión <strong>de</strong><br />

in<strong>de</strong>scriptible seriedad, y una tenue y severa sonrisa contraía sus labios. Tenía la cabeza<br />

ligeramente inclinada en una leve reverencia: era él quien había contestado al saludo <strong>de</strong> la<br />

dama, y era él, sin ningún genero <strong>de</strong> dudas, a quien éste iba dirigido.<br />

-He sabido -dijo Basil Grant con voz afable a la vez que severa-, he sabido, señora, que<br />

mis amigos han intentado liberarla, pero sin éxito.<br />

-Sin duda, nadie conoce mis faltas mejor que usted -contestó la señora-, pero nunca me<br />

ha encontrado usted culpable <strong>de</strong> traición.<br />

-Lo compruebo con gusto, señora -contestó Basil en el mismo tono-, y el hecho es que<br />

tanto me complace su <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> lealtad que voy a permitirme el placer <strong>de</strong> ejercer<br />

ciertos amplios y direccionales po<strong>de</strong>res. Usted no ha querido abandonar este cuarto a<br />

petición <strong>de</strong> estos señores, pero estoy seguro <strong>de</strong> que lo hará con gusto si yo se lo digo.<br />

La prisionera hizo otra reverencia.<br />

-Nunca me he quejado <strong>de</strong> su injusticia -dijo-. No necesito <strong>de</strong>cir lo que pienso <strong>de</strong> su<br />

generosidad.<br />

Y antes <strong>de</strong> que nuestros atónitos ojos pudieran pestañear, la mujer había salido <strong>de</strong> la<br />

habitación, mientras Basil le mantenía la puerta abierta para que pasara.<br />

Recobrando <strong>de</strong>spués su jovialidad, Basil se volvió hacia Greenwood.<br />

-Esto será un alivio para uste<strong>de</strong>s -dijo.<br />

Página 87

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!