El club de los negocios raros - Chesterton
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
LAS EXTRAORDINARIAS AVENTURAS DEL COMANDANTE BROWN
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
juzgados por <strong>los</strong> <strong>de</strong>litos que verda<strong>de</strong>ramente hacen imposible la vida social. Comparecían<br />
voluntariamente ante mí al verse atenazados por un egoísmo o una vanidad inaceptable, o<br />
por su inclinación a la difamación, o por su ruindad hacia <strong>los</strong> amigos o subalternos. Claro<br />
está que estos tribunales no poseían po<strong>de</strong>r coercitivo alguno. La ejecución <strong>de</strong> sus castigos<br />
<strong>de</strong>pendía completamente <strong>de</strong>l honor <strong>de</strong> las damas y <strong>los</strong> caballeros interesados, así como<br />
<strong>de</strong>l honor <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>lincuentes. Pero se asombrarían uste<strong>de</strong>s al saber la absoluta obediencia<br />
con que nuestras ór<strong>de</strong>nes eran cumplidas siempre. No hace mucho tuve una <strong>de</strong>mostración<br />
en extremo satisfactoria. Una solterona <strong>de</strong> South Kensington, a la que yo había<br />
con<strong>de</strong>nado a solitaria reclusión como medio <strong>de</strong> romper un compromiso contraído por<br />
difamación, se negó <strong>de</strong> modo terminante a abandonar su prisión cuando ciertas personas<br />
con buenas intenciones cometieron la indiscreción <strong>de</strong> intentar liberarla.<br />
Rupert Grant miraba boquiabierto a su hermano. Y creo que lo mismo me pasaba a mí.<br />
¡Ésta era, pues, la explicación <strong>de</strong>l extraño <strong>de</strong>scontento <strong>de</strong> la anciana señora, y <strong>de</strong> la<br />
todavía más extraña conformidad con su suerte! ¡Aquella mujer era uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> reos <strong>de</strong>l<br />
Tribunal Voluntario <strong>de</strong> Basil Grant! ¡Era uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> clientes <strong>de</strong> su extravagante<br />
profesión!<br />
Todavía seguíamos aturdidos cuando bebimos, entre un estrépito <strong>de</strong> copas, a la salud <strong>de</strong><br />
la nueva judicatura <strong>de</strong> Basil. Teníamos tan sólo una vaga i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que todo había quedado<br />
explicado, la vaga i<strong>de</strong>a que tendrían <strong>los</strong> hombres cuando comparezcan ante la presencia<br />
<strong>de</strong> Dios. Confusamente le oímos <strong>de</strong>cir a Basil:<br />
-<strong>El</strong> señor P. G. Northover va a explicar ahora el funcionamiento <strong>de</strong> la Agencia <strong>de</strong><br />
Aventuras.<br />
Y <strong>de</strong> la misma confusa manera oímos a Northover comenzar la exposición que había<br />
hecho tiempo atrás ante el comandante Brown. De este modo nuestra epopeya terminaba<br />
en don<strong>de</strong> había empezado, como un verda<strong>de</strong>ro círculo.<br />
Página 90